Pregame

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Geto Suguru no se identificaba abiertamente como gay o bisexual.

No hasta ese momento.

No le importó que la "chica albina" del escenario en realidad fuera un chico.

Tampoco le importó que lo arrastrara a una parte trasera del club, fuertemente resguardada. Era una puerta color rojo sangre, con dos guardaespaldas fornidos a cada lado. Que también portaban dos armas cortas cada uno. Por si su complexión no fuera lo suficientemente intimidante.

-Harris, un especial. Si es posible, dame uno de los rojos.

El guardia asintió con la cabeza. descolgó el teléfono fijo que estaba al lado de la puerta para realizar una llamada. Después de unas cuantas palabras, buscó entre una caja con compartimientos y sacó dos llaves, con un llavero en rojo mate que indicaba el número de habitación. Diamond observó los dos números. Tomó uno.

-¡Estoy de suerte hoy! Me quedo el 25 por esta noche.

El hombre asintió en silencio y abrió la puerta para ellos. Delante de ellos, había un pasillo lleno de puertas a lado y lado; algunas eran negras y otras rojas. ¿Qué tan grande era ese maldito club? Porque no parecía ser tan amplio desde afuera.

Geto caminaba detrás de Diamond, en silencio.

-¿Que tienen de especial los cuartos rojos? - preguntó para romper el silencio, curioso.

-Ya verás cuando lleguemos. -Diamond volteó a verlo, guiñando un ojo.

La puerta roja que tenía el número 25 sobre ella se encontraba al final del pasillo. Diamond la abrió, girando la llave un par de veces para quitar el seguro.

Era una habitación grande, con un sofá en terciopelo color vino en el centro. Justo en frente había un tubo giratorio. A un lado había un mini-bar. La pared que daba al frente del sofá estaba cubierta de espejo. La iluminación era tenue.

Diamond tiró el palito de la paleta a la basura.

-Bien, Geto -Hizo una pausa, sonriendo- ¿Whisky, verdad?

Geto solo asintió.Diamond le sirvió un vaso. Geto lo tomó, tratando de verse tranquilo.

-No deberías de estar nervioso - El sofá se hundió con el peso de Diamond, cuando se sentó junto a él- No voy a morderte. -El chico sonrió.

-¿Ahora ya me dirás que es lo especial de este cuarto?

-Vaya, que impaciente. Pero me gusta.

Diamond se paró de su asiento, dejando su abrigo en el sofá y dirigiéndose a un panel en la pared, donde tocó una serie de botones. La iluminación cambió, poniendose de color rojo. Una canción empezó a sonar, no muy fuerte, tampoco muy alto. El chico subió al pequeño stage frente al sillón. Y empezó una danza suave, hipnótica. Arriba y abajo, contoneando sus caderas. El chico dio media vuelta, quedando a espaldas de Geto; sus manos viajaron al cierre invisible en la espalda del bunny-suit de cuero. Su manos lo tomaron, mientras tiraban del cierre hacia abajo. Cuando la prenda estuvo lo suficientemente suelta, cayó al piso, dejando ver una tanga blanca, atrapada debajo de sus pantimedias. Geto observaba a través del espejo. La pretina de las medias daba justo encima del ombligo del chico. Diamond volteó su rostro para verlo. Inclinó lo más que pudo su torso, exponiendo su bonito trasero, que destellaba en reflejos rojos por las piedras de las pantimedias. Después, llevó sus manos a sus pantorrillas y empezó a subirlas recorriendo su propio cuerpo, al mismo tiempo que enderezaba su torso, provocando a Suguru.

Geto apretó los puños. Ya estaba fastidiado de las provocaciones. Moría por tocarlo.

-Realmente me gusta tu baile - Geto habló por encima de la música- Pero es algo que ya vi hace una media hora.

Diamond dio media vuelta sobre sus tacones, arqueando las cejas.

-Eres un tipo exigente, ¿No es así?. -Caminó hacia Geto, moviendo las caderas de lado a lado cual felino, seduciéndolo. Cuando estuvo frente él, se sentó en su regazo, colocando ambas piernas al lado de las del otro. - ¿Puedo hacer algo más por ti, Suguru?

Pronunció su nombre con una voz aterciopelada, susurrando cerca de su oído, provocándolo. Los brazos finos del chico rodearon su cuello. Su cara se acercó a la de Geto.

-Podrías decirme tu nombre. Tu nombre real. - Geto tomó la barbilla del chico para verlo a los ojos.

-En verdad eres interesante. - El albino llevó una mano hacia el bulto en el pantalón de Geto, apretando la erección despierta. -¿Estas así de excitado y lo único que quieres saber es mi nombre? Eres uno en un millón.

Geto gruñó ante la provocación. Era cierto, estaba excitado desde que lo tuvo cerca de él, pero trataba de disimularlo.

-Tal vez lo sea. Y tú también lo eres. Nunca había visto a alguien como tú.

-Me gustas, Geto. -El albino pasó sus dedos por el traje, remarcando los pectorales del otro. -Pero no dejo que la gente sepa mucho de mi.

-Y supongo que eso no cambiará, no importa cuántos billetes de cien esté dispuesto a poner en esa bonita liga. - Geto pronunció esas palabras mientras metía un dedo debajo del liguero blanco en la pierna izquierda. Aprovechó el momento para acariciar los delgados muslos, lentamente, hundiendo los pulgares al llegar a los huesos de la cadera. Diamond echó su cabeza hacia atrás.

-En eso tienes razón, cariño. El sexo está prohibido aquí y probablemente ya he bailado lo suficiente para ti. - Los ojos azules como galaxias se quedaron fijos en los contrarios - Enséñame tus malas intenciones. Dime lo que quieres.

Un hilo dentro de la cabeza de Geto se rompió. Y no pudo resistir más las ganas de besarlo. Acercó sus labios a los ajenos. Fue apenas un roce con los labios entreabiertos, mientras sus dedos acariciaban el cabello blanco. Diamond sacó la lengua y lamió de abajo hacia arriba los labios de Geto.

Suguru conservó la cordura a duras penas. Dirigió sus manos hacia los costados del albino, cepillando con sus dedos los huesos de las costillas, recorriendo la cintura delgada. El otro suspiró, moviendo las caderas sobre las ajenas, acercando su pecho al del otro.

Pero Geto cayó en cuenta. El sexo está prohibido en este lugar.

-Mierda -siseó Geto- en realidad quiero follarte hasta la inconsciencia. Pero no puedo tocarte más que esto. Honestamente, prefiero dejar las cosas aquí, conejito. - pronunció la última palabra con sarcasmo.

Diamond se echó a reír.

-El sexo está prohibido aquí. Pero mi turno termina en cinco minutos. Fuera de este club, soy libre de hacer lo que quiera. Honestamente, eres atractivo. Podría darte una oportunidad. Podría decirte mi nombre si te portas bien conmigo.

Geto sonrió. 

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