Prólogo

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Cierro los ojos, apretando hasta hacerme daño. Escucho pasos que se aproximan hacia la habitación donde estoy escondida, se acerca alguien corriendo. Con cada sonido me voy encogiendo más y más, tratando de ocultarme mejor bajo una de las camas. Sé que es ridículo, ya no tengo edad para esconderme debajo de la cama, hace meses cumplí dieciocho años. Pero estoy aterrada y no he encontrado un escondite mejor.

La puerta de la habitación se abre de un impulso, golpeando contra la fría pared de piedra. Abro los ojos apenas un segundo y veo unos zapatos negros, relucientes.

- Iva - susurra. Su voz es suave, cuando lo oigo pronunciar mi nombre me estremezco porque jamás había sonado tan bonito y a la vez tan escalofriante.

Mi cuerpo se tensa al completo, cerrando aún más los puños. Me clavo las uñas en la palma de la mano y estoy a punto de llorar.

- Sé que estás aquí. No quiero hacerte daño.

Se escuchan gritos que provienen del piso superior. Lo peor es saber exactamente lo que está pasando, poder recrearlo en mi imaginación. Ha llegado el momento. Y todo el dolor por el que he pasado hasta ahora no será nada comparado con lo que me espera.

Escucho los pasos por la habitación. Sus pisadas son ligeras, elegantes. Puedo verlo perfectamente, con su regia postura. Se detiene. Debe de estar muy cerca.

Noto mis piernas y mis brazos congelados. Me estremezco justo en el instante en el que noto cómo se agacha y aparta de un golpe la colcha que cubre la cama bajo la que estoy.

- Podría encontrarte en cualquier parte.

Abro los ojos y me encuentro los suyos a apenas unos centímetros, acompañados de una sonrisa espeluznante.

SacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora