La llegada

340 17 4
                                    

El camino se extendía a unos diez metros. El lugar estaba totalmente oscuro lo que hizo que Ana sacara su celular con linterna de su mochila.

Con dificultad y pasos medidos cruzó el camino de tierra hasta llegar a la mansión y tocó tres veces la puerta con sus nudillos porque no había timbre.

-Buenos días -Saludó una mujer robusta de ojos negros y saltones, con un vestido un poco antiguo para la época. Giró la cabeza a la izquierda para hablar con alguien que estaba adentro-¿Ésta es la joven?

Ana no escuchó ninguna negación o afirmación del otro lado de la puerta pero la mujer la hizo pasar gentilmente.

-Pasa querida, deja tus cosas en el perchero y dame el bolso que lo llevaré a tu habitación.

Ana le entregó el bolso y la mujer desapareció por las escaleras. La muchacha, mientras, miraba los cuadros y la arquitectura antigua de la casa aunque el sonido de unas pisadas la interrumpió y levantó la cabeza para ver quién venía. No era la mujer, era un joven de cabellos negros y ojos marrones con unos años más que ella quizás, que la miró intensamente. Ana lo estudió unos segundos antes de presentarse.

-Soy Ana...

-Lo sé -Interrumpió el-Soy Robert James-Terminó de decir luego de unos segundos silenciosos.

La mujer bajó apresurada las escaleras.

-Ah, el es Robert,es uno de los hijos legítimos de la familia-Dijo la mujer.

-Si, nos acabamos de conocer -Aclaró el joven-Ahora con permiso tengo que hacer unas cosas-Dijo y salió por la puerta de atrás.

-Perdona si no me presenté querida, yo soy Marta, la mucama de acá -Se presentó la mujer-Cualquier cosa me dices.

-Está bien-Contestó Ana con una sonrisa.

-Ven, te mostraré la habitación.

Ana siguió a Marta por detrás. Al subir todas las escaleras había un pasillo con habitaciones de los dos lados, con números en las puertas de madera.

-La habitación ciento diez es la tuya-Explicó Marta y abrió la puerta. Dejó que Ana pasara y luego se fue.

La habitación no era muy luminosa, carecía bastante de luz y de calor ya que con una estufa eléctrica no servía de mucho para calentar una habitación muy amplia. En el placard estaba lleno de de frazadas y sábanas. "Con un par de frazadas me las arreglo" pensó la muchacha y cerró el placard. Luego se dirigió hasta la mesita de luz y abrió los cajones para ver como era, sacó unos papeles viejos de diario que estaban en el cajón de arriba y los dejó sobre la cómoda para después dárselos a Marta y que los tirara.

Ana abrió el bolso y empezó a acomodar su ropa y las demás cosas hasta que llegó la hora de la cena y tubo que bajar. Se cambio esos pantalones rasgados por las ramas de los árboles y la remera blanca que estaba gris, por un vestido rosa y corto que daba mucha elegancia y arriba se puso un saquito para que no le hisiera frío.

La hora estipulada para la cena según el papel pegado en la puerta eran las nueve en punto. Apenas se atrasó unos cinco minutos y cuando llegó todos ya estaban en la mesa.

-Llegó la que faltaba-Dijo un hombre canoso de ojos verdes en la mesa.

Ana tomó asiento en la única silla vacía.

-El es el señor Eduardo James-Presentó Marta-Y ellos son los hijos y primos legítimos de la familia. Acá se sienta toda la familia y en la otra mesa de más allá los huéspedes.

-¿Acaso no soy una huésped? -Preguntó Ana.

-Lo eres-Afirmó el señor James-Pero queremos que esta primera cena comas con nosotros.

-Gracias-Cerró Ana con una sonrisa, aunque un poco confundida.

La cena trascurrió en total silencio. Algunas veces Ana bajaba la cabeza o miraba para otro lado al sentirse incómoda por Robert que no sacaba sus ojos de ella.

En la mesa parecían estar todos pero ella sabía que alguien faltaba.

Al terminar la comida, Marta levantó todos los platos y cubiertos y las personas en la mesa se levantaron y volvieron a sus respectivas habitaciones pero cuando Ana estaba por llegar a la habitación se le interpuso Robert.

-Quisiera que conocieras mejor la casa.¿Qué tal un paseo?-Sugirió el.

-Está bien -Contestó ella y juntos bajaron las escaleras.

-Te llevaré al patio que no lo conoces.

Robert abrió la puerta que se encontraba en el comedor y por ella apreció un enorme jardín. Por la noche no se podía apreciar bien pero en una parte tenía luces y parecía tener muchos arbustos y vegetación exótica.

Mientras investigaban el patio, Ana se remordía por hacerle una pregunta que la venia persiguiendo durante horas y no sabía si era correcto preguntárselo a el pero lo hizo considerando que ya habían entablado una relación amistosa.

-Robert, quisiera hacer una pregunta que no se si será correcta.

-Hazla, no hay inconveniente.

-Tu madre fue la que me invitó a instalarme aquí por una carta, me gustaría verle para agradecerle.¿Me podrías decir donde está?

El joven sonrió.

-¿Mi madre? No tengo madre, ella murió hace años,por eso no estaba en la mesa.

-¿Y entonces quién...

-Fui yo-La interrumpió par su sorpresa-Yo mandé esa carta porque si decía que era un joven de diecinueve años no vendrias.

«¿Qué?» Pensó Ana sorprendida.

-Oh... Que sorpresa.

-¿Te vas a ir?

-No ¿Por qué? Me han tratado muy bien, les agradezco.

Robert dibujó una sonrisa en su rostro de oreja a oreja.

-Bueno, se hizo muy de noche-Dijo el-Mañana seguiremos conociendo si quieres.

-Si, me gusta.

Robert la acompañó hasta la habitación y se despidieron para reencontrarse al día siguiente.
*************************************
Hola lectores de Wattpad! Bueno esta es la primera parte de esta historia, espero que la disfruten tanto como yo disfruté al escribirla. Espero sus votos y comentarios y sepan que estoy abierta a cualquier tipo de crítica sea buena o mala, su opinión vale mucho:)

Demasiado tarde para volverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora