Preludio en la neblina

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Han pasado un par de semanas desde que JongIn empezó una relación con Park ChanYeol y aunque no parezca creíble, en verdad están en uno de esos romances acaramelados donde se acurrucan enredados en una manta mientras ven películas y comen palomitas de maíz, se mandan mensajes de "buenos días y buenas noches" y sí, JongIn puso emoji de corazón justo al lado del "Yeol" con el que ha actualizado el contacto del magnate y sabe que en el móvil del mayor, hay un emoji de un oso y el meloso apodo de "Nini" en su información de contacto.

Se siente como su antigua relación de preparatoria pero con un millonario diez años mayor.

Aunado a eso también hay momentos donde JongIn se siente como un verdadero sugar baby y sorpresivamente no le molesta tanto como pensó, quizá porque ChanYeol no llega diario con un deportivo nuevo para él o porque no usan apodos ridículos mientras usa un diminuto traje rosa, basta con los absolutamente costoso regalos que Park empuja hacia sus brazos casi a diario con la excusa de "pensé en ti" o "es una baratija", JongIn no cree que ese par de zapatos de Gucci cuesten mil wones o que ese helado de chocolate con trozos de avellanas y etiqueta en alemán sea algo que encuentras en el Seven Eleven.

Son los regalos y la latente ansiedad de usar la tarjeta de crédito lo que mantienen a JongIn en el borde de la adrenalina, ChanYeol insiste en que está bien que use ese pedazo de plástico para obtener lo que quiera porque el dinero no va a terminarse con rapidez y claramente SeHun está de su lado, así que finalmente ahí está Kim JongIn, recién salido del trabajo y vagando en los pasillos de una chocolatería jodidamente refinada, embriagándose del dulce aroma y por supuesto, babeando por esas deliciosas trufas que una vez comió porque su bono extra fue suficiente para comprar un paquete de tres chocolates.

Hoy, la situación es diferente.

JongIn toma la caja de 42 piezas, esa que incluso tiene un lazo de seda negra y uno de esos pesados conejos hechos con chocolate amargo, luego llega hasta la caja y con algo de miedo entrega el pedazo de plástico temiendo por su vida por dos cosas, uno, puede que ChanYeol lo haya engañado y eso no tenga fondos y tenga que pagarlo con su dinero y bueno, no tiene o dos, lo atrape la policía por ser un embaucador de millonarios.

—Su contraseña.

—¿Eh? —la señorita atendiendo le señala la terminal de tarjetas y con torpeza, el moreno introduce cuatro benditos números que lo pueden llevar a prisión—¿Ya? —la cajera asiente entregando el ticket y la bolsa con los chocolates hasta el asombrado cliente—Ah, gracias, es que yo ehm, pensé que no tenía el saldo suficiente.

La mujer solo le dedica una mirada algo sorprendida porque JongIn está regresando a su billetera una tarjeta negra y obviamente eso significa que con ese cuadrito de plástico puede comprarse toda la tienda; toma su generosa compra y sale del perfumado local caminando (casi corriendo) hasta una banca en la plaza donde se deja caer buscando el ticket, el precio por supuesto desencaja su mandíbula pero más le sorprende que haya usado la bendita tarjeta.

Luego su celular suena y con menos prisa, JongIn se dirige a la avenida donde un precioso deportivo azul ya lo espera con las direccionales encendidas, se apresura a subir y una vez el cinturón de seguridad está bien ajustado, el motor se pone en marcha de nuevo, ChanYeol solo usando una camisa remangada y pantalones color azul rey, cabello bien peinado hacia atrás y su bien habitual reloj en la muñeca. Es jodidamente guapo.

𝙴𝚊𝚛𝚗𝚎𝚍 𝙸𝚝 🍓𝙲𝚑𝚊𝚗𝙺𝚊𝚒🍓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora