CAPITULO 1

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1 de febrero del 2019

La gardenia roja estaba fresca.

La acercó a su nariz aspirando ese olor, estaba fresca, y pensó en que LuHan la hubiera aceptado con una sonrisa boba en la cara, para después ponerla sobre su oreja y besarlo pasando sus brazos por el cuello y acariciando su nuca.

Cerró sus ojos fuertemente apretando tan sólo un poco el tallo de la flor y por unos momentos sintió en su espalda la mirada de LuHan incrustada en él.

Sin embargo, lo que hizo fue darle un beso y ponerla sobre ese pedazo de cemento que cubría el nicho donde yacían las cenizas del amor de su vida.

Sus dedos acariciaron el borde de su nombre imaginando que tocaba el borde de sus labios carnosos que extrañaba delinear.

—Te extraño mucho —sorbió de su nariz el llanto que siempre aparecía cada vez que iba a visitarlo.

Con el talón de sus manos limpió esas lágrimas que a pesar de sus esfuerzos se escaparon y rodaron por sus mejillas.

—Hoy presentaré un nuevo invento. Deséame mucha suerte

Suspiró y agachó su mirada viendo la tumba que estaba debajo de las cenizas de LuHan.

Su suegra no pudo soportar que la vida le haya arrancado a su único hijo, y tres meses después de la muerte de LuHan, al visitarla un viernes por la tarde, encontró a la mujer recostada en su cama ya sin vida.

Un infarto fulminante la atacó mientras dormía.

—Nos vemos la siguiente semana suegra, cuide de mi LuHan —hizo el saludo de policía usando solamente dos dedos, como ya se le había hecho costumbre.

Le lanzó un beso por los aires a LuHan, susurró un te amo antes de darse la vuelta y dirigirse a su trabajo.

El día fresco de febrero le saludaba en las mejillas con la brisa mañanera. Sus manos envueltas en unos guantes y una gabardina afelpada color negro que lograba llegarle a media pantorrilla era lo único que lo protegía de ese día tan frío. Típico de la temporada.

Masajeo sus sienes y estiraba sus hombros eliminando la tensión que le provocaba ese día en especial, y más porque al momento de estacionarse y ver el auto del director Heo sintió unos escalofríos y un estrés que ya lo tenían harto.

No sabía que odiaba más, si su trabajo, su jefe, sus compañeros, o su vida.

Pero en junio terminaba su contrato, y finalmente podía desprenderse de ese lugar tan enfermo que solía llamar trabajo, e iniciaría unas merecidas vacaciones y terminaría con todo de una vez.

Al entrar a la recepción del edificio Maximus, una de las torres más altas de Seúl, le regaló una leve reverencia a las recepcionistas y corrió al elevador que estaba próximo a cerrarse.

—¿Corriendo una vez más? —preguntó alguien de adentro, seguido de una pequeña risa amigable.

SeHun vio quien era. Choi Daniel. En su mano llevaba su inseparable termo azul brillante lleno de un caliente café americano. Tan típico de ese hombre. Lo único que hizo para contestarle, sin parecer que sus palabras lo hubieran molestado, fue levantar sus cejas y juntar sus labios.

"Si, muy divertido" pensó SeHun lleno de sarcasmo.

—¿Mañana complicada? —volvió a preguntar ese hombre.

Para SeHun había un claro parteaguas en su vida, desde que LuHan ya no estaba con él había comprendido lo frágil que era la vida, que tan fácil se puede llegar a perder una persona, y entre esas cosas que había aprendido, el reconocer que alguien le caía mal había sido una tarea muy sencilla de aprender. Por lo que Choi Daniel le caía muy mal.

INDEFINIDO || HUNHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora