I

43 5 0
                                    


El hombre caminaba a paso apurado en el laberinto de calles con una sudadera gris y la capucha puesta, un pantalón deportivo negro que combinaba con unas zapatillas negras que eran de una marca no conocida.

Más adelante un pelimorado avanzaba con ansiedad a un paso más apretado que el hombre que venía detrás suyo; sentía su mirada en la nuca, las gotas de sudor se deslizaban por su cuerpo pegándose incómodamente  la camiseta azul marino al cuerpo creando una sensación de humedad, los ojos rojos giraban hacia todos lados tratando de encontrar una salida con desesperación latente, el corazón le latía desbocado amenazando con salirse de su boca. Apuro el paso cuando sus sentidos agudizados por el pánico le permitieron escuchar la respiración cercana del tipo que le seguía.

El hombre de la sudadera sonrió malicioso cuando vio que el pelimorado se internaba en los callejones. Aumento el ritmo del paso al tiempo que su presa lo hacían, con el corazón emocionado, la adrenalina viajando en sus venas, sus ojos se enfocaban en un único objetivo y aún así la conciencia de su al rededor era muy vivida, la ropa que rozaba con su piel le estimulaba aún más, flexionó la mano causando un tronar en los falanges que rodeaban el arma de fuego.

Se enamoró del éxtasis de la cacería una vez más. Su cerebro liberaba dopamina haciéndolo sentir energético y poderoso; podía sentir el miedo de su presa, podía oler su nerviosismo, y el echo de que el otro le temiera lo exito aún más.

Perdió de vista al muchacho más sus oídos no dejaron de captar sus pisadas, a lo lejos oyó los pasos torpes y los balbuceos de unos borrachos, contrastando con los apurados pasos de la persona que seguía.

"Tap, tap, tap".

Sonrió, su respiración acelerandose al tiempo que empezaba un trote silencioso, con pasos felinos acercandose cada vez más.

"Tap, tap, tap".

El plástico de la suela del zapato que  chocaba contra el cemento se hacía cada vez más ruidoso, y no pudo contener las ganas de liberar una sonrisa.

"¡Tap, tap, tap!".

Más cerca aún, solo un poco más y vería sus ojos vidriosos asustados, se preguntó si esta vez su presa rogaría o lloraría, soltaría sonidos inentendibles o intentaría escapar, su mano tuvo un espasmo dentro del bolso, ansiosa por jalar el gatillo y causar una muerte.

"¡TAP,TAP,TAP".

Cuando vio la figura humanoide del chico su sonrisa se amplió, siguió con su trote tan silencioso similar una sombra hasta que se encontró a dos pasos de distancia al portador de la camiseta azul. Le jalo de su vestimenta tirándole al piso, escucho el sonido de su cuerpo impactando contra el asfalto mientras el muchacho soltaba un quejido de dolor y miedo.

Entonces saco el arma de su bolso, apunto al la cabeza del pobre tipo y en el poco tiempo antes de disparar se permitió disfrutar la sensación antes del clímax de su crimen, admirando los ojos brillantes por las lágrimas a punto de derramarse, las aletas de la nariz contraerse una y otra vez ante la respiración agitada del otro, sus manos temblorosas dejando de tener contacto con el asqueroso suelo para levantarlas y pedir piedad. Pero antes de que sus manos detuvieran todo movimiento y las lágrimas mancharan sus pálidas mejillas la sangre mancho el azul marino de su camisa, el sonido del disparo reboto en los oídos del cazador que lo tomaron como la más bella nota musical, su dedo índice aún coquiellando por jalar el gatillo, su boca echa agua de tanta saliva, los ojos brillantes revelando su éxtasis, y su corazón dió un vuelco en su pecho por todas los sentimientos reunidos.

Miro como poco a poco la luz de la vida se dejaba de reflejar en los ojos del otro, mientras las puntas de los dedos de su mano se volvían fríos y su corazón dejaba de bombear,  al unison que su emoción pasaba y el placer que experimentaba hacia unos minutos se evaporaba dejando una estela de relajación.

Entre dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora