Padrastro. °Yoonmin°

Yoongi

El joven pelinegro alborotador con el que he estado fantaseando durante meses sale del centro de detención de menores y se detiene abruptamente, arqueando una ceja detrás de sus gafas de sol.

— ¿Quién es usted?

— Tu padrastro. Min Yoongi — Extiendo mi mano, rogándole silenciosamente que la tome. — Encantado de conocerte por fin, Jimin

Aunque sus ojos están protegidos por los Ray-Bans, es imposible confundir la herida que le atraviesa él rostro antes de esconderla.

— Debería haber sabido que mi madre no vendría a recogerme ella misma —

Jimin pasa rápidamente de mi al estacionamiento, su trasero bajo el pantalón apretado se mueve de un lado a otro en ese mezclilla.

— Déjame adivinar, está en un crucero con una nueva mejor amiga que intenta convencerla de invertir en un plan piramidal disfrazado de empresa de maquillaje

Mis labios se inclinan mientras lo sigo.

— Algo así

— Ni siquiera sabía que se había casado 

Jimin voltea y me muestra una sonrisa descarada sobre su hombro. — ...Otra vez

— Es una buena acción que ella hizo o estarías tú tomando el autobús a casa

La sonrisa de Jimin se desliza abajo un poco e inmediatamente me arrepiento de la dureza de mis palabras, pero estoy seguro que no me retractaré.

Soy un ex capitán del ejército convertido en jefe de policía. Mimar a un hombre no está en mi naturaleza gracias a la falta de orientación paterna. Pero Jimin... él ha estado entrando y saliendo del reformatorio desde que cumplió quince años y esa mierda termina ahora. Su madre pudo haber sido incapaz de imponerle una conducta adecuada, pero ese ya no será el caso.

Jimin es demasiado perfecto para pasar otro día encerrado.
Y dependerá de mí ponerlo en el camino correcto.

Abro las puertas de mi Range Rover, mirando por la ventana del lado del conductor mientras Jimin se sube al asiento con un resoplido, con sus manos moviéndose encima de sus largas piernas. Mi polla con solo eso se puso rígida como una tabla.

Ha sido así desde que conocí a su madre, Sandara, en un bar. Vi la foto de Jimin recibiendo un beso de ella en la pantalla de su teléfono. Joder, ha sido así, rígido e hinchado y hambriento.

Esperando.

Planeando.

Puede que sea la primera vez que mi hijastro se reúne conmigo, pero lo conozco bien. He estado pagando a los guardias del centro de detención por información. Por videos. Fotos. Acceso. Cualquier cosa que pueda tener en mis manos. Hasta que pudiera conocerlo en la vida real.

Cuando me instalo en el lado del conductor de mi vehículo, se necesita cada onza de autocontrol para no alcanzar y deslizar mis manos por la parte delantera de ese pantalón. Para probar la textura de su miembro en mi palma. Ver si su miembro se puede poner duro para mí... o si necesita que lo seduzca primero. De cualquier manera, voy a tenerlo.

Necesito tenerlo.

Con un discreto ajuste de la hebilla de mi cinturón, arranco el coche y salgo del aparcamiento, en dirección a mi casa.

— Apuesto a que te sientes aliviado de no tener que volver allí, ¿eh?

— Oh, sí — Cruza sus deliciosas piernas y se mantiene rígido. — La próxima vez, podré ir a la prisión de chicos grandes. Es como la mesa de los adultos en Acción de Gracias. Solo que con esposas