La vigesimosegunda sesión con el psicólogo no fue para nada bonita, está vez no había nada positivo que mencionar, sus accidentes nocturnos seguían ocurriendo, no había forma de evitarlos. Y el psicólogo, por más que tratara de calmar a Yuji, no conseguía evitar que el pequeño detuviera su llanto.
Yuji se sentía mal, demasiado. No había podido evitar un solo accidente en estos dos meses y lo único que recibía de su madre eran quejas, cosa que ponía más nervioso al menor, la sobre exigencia lo estresaba mucho y no podía estar en paz.
Sus clases habían vuelto, y gracias al cielo que lo hicieron, las clases particulares eran su momento favorito del día. Eran el único momento libre que tenía en el que su madre no lo molestaba ni lo atormentaba con respecto a los sucesos nocturnos inevitables para él. Su madre había tomado vacaciones por un tiempo para ver como le iba a Yuji en todo el proceso, pero desde que lo hizo se volvió mucho más histérica que de costumbre.
Una vez terminada la sesión, Yuji se despidió y se encaminó a sentarse donde siempre lo hacía. Seguido de esta acción, la madre entró al consultorio y, como de costumbre, cerró la puerta detrás de si para hablar con el psicólogo. Quien la reprochó por tratar de esa manera a Yuji, diciéndole que debía entender que a los gritos su hijo no sería capaz de comprender absolutamente nada de lo que quisiera comunicarle, pero su madre ya estaba harta de las palabras del doctor, así que decidió, por cuenta propia, qué esa sería la última sesión de Yuji con su psicólogo.
Una decisión imprudente, pero era su madre y ella tenía total derecho a hacer lo que se le de la gana sin pedirle permiso a nadie, estaba harta de que su hijo siga orinándose encima mientras duerme como si tuviera dos años y medio.
Salió del consultorio luego de una discusión con el psicólogo y llamó a Yuji para irse, esta vez sería, definitivamente, la ultima vez que iría. No lo llevo a comer helado, cosa que a Yuji le entristeció bastante, sólo viajaron de regreso al hogar en silencio, se bajaron del auto y el menor subió las escaleras para encerrarse en su habitación.
El día transcurrió normal, Yuji durmió una siesta y su madre se encargó de cancelar por teléfono las próximas sesiones con el psicólogo, no le gustaba la idea de dejar solo al pequeño para arreglar sus asuntos pero ya había hecho hasta lo imposible para evitar que su hijo siguiera teniendo esas actitudes, se había cansado y Yuji lo sabia muy bien.
Su hermano mayor ya se había mudado con su pareja a otra ciudad, su padre como siempre ausente por trabajo, su otro hermano mayor ya ni siquiera se quedaba a dormir en la casa, y ahora su madre ya harta de la situación le quitó sus sesiones terapéuticas, ya no tenía a donde recurrir, se sentía inútil, al borde del llanto y sólo.
Los días recurrieron normal, por así decirlo, la madre de Yuji había vuelto a trabajar, evitaba totalmente tocar el tema del menor, al igual que su padre, quien solo le dirigía un buenos días y minutos después se preparaba para irse a trabajar. Ahora se quedaba sólo en su casa, casi ni salía, se la pasaba recostado todo el día mirando televisión, exceptuando las horas de clases que tenía con sus profesores particulares.
No había visto a Gojo en días, y tampoco quería verlo, simplemente lo saludaba de lejos cuando salía y evitaba hablarle, principalmente porque sabía que el peliblanco se preocuparía por su situación y que con solo preguntarle si estaba bien se echaría a llorar y le contaría todo lo que ocurría, mencionando también sus problemas nocturnos y no quería que el mayor se burle de el, tristemente seguía con esas inseguridades aún después de conocerlo.
Pero en algún momento tenía que pasar, y ese momento había llegado. Gojo golpeo la puerta del menor en espera de la respuesta, se le hacía raro no haber visto al pelirrosa por su casa para jugar videojuegos o pasar el rato, casi siempre iba a visitarlo y ya se hacía costumbre. Le abrió la puerta un pequeño desarreglado y con los ojos rojos, mirando al suelo sin querer hacer contacto visual.
─ ¿Estás bien Yuji? ─ al sentir dos brazos pequeños rodearlo por las caderas y sentir al menor sollozar ocultando su rostro en su camisa entendió que algo ocurría ─ ¿Qué ocurrió?
El menor siguió abrazando a Gojo sin moverse en ningún momento, lo que menos quería era separarse, sabía que debía inventar alguna excusa y mientras se desquitaba llorando y manchando la camisa del más alto intentaba pensar en algún pretexto para justificar su llanto repentino.
─ M-mi personaje favorito de la serie que veía murió. ─ mintió separándose del mayor que sonreía débilmente ante el comentario inocente del menor.
─ ¿Seguro que es solo eso? ─ Suponía que a esa edad los adolescentes tenían ese tipo de duelos pero la forma de llorar de Yuji lo hacía pensar diferente, aunque no quería presionarlo demasiado así q solo le limitó a escuchar al pequeño.
─ No. -claramente, esa excusa no había servido y el mayor dudaba sobre si Yuji estaba siendo sincero o ocultaba la verdad, se había dado cuenta ─ pero no quiero hablar sobre eso, dejémoslo ahí, por favor. ─ Gojo comprendió por las palabras del menor que tenia razón en sospechar, pero evito presionar a Yuji y solo se quedaron por unos minutos abrazados en lo que el menor se calmaba. Tardaría un rato en calmarse y eso a Gojo, en particular, no le molestaba.
─ Sabes que si necesitas ayuda puedes venir a buscarme, y si quieres pasar tiempo con alguien ven a mi casa a jugar algún juego, compré varios la semana pasada. ─ Gojo se despidió del pequeño con un saludo de mano y se alejó caminando a su hogar. Itadori trataba de aguantar las ganas de ir y pasar tiempo con el peliblanco, quería dejar de pensar en sus problemas, olvidarlos y divertirse con el mayor, pero por más que intentó, sus ganas le ganaron.
Subió en un dos por tres a su habitación para cambiarse, una vez estando decente, se dispuso a salir del hogar en caminándose hacía la de Gojo. Tocó la puerta y el mayor abrió totalmente sorprendido, no habían pasado más de diez minutos desde que fue de visita sorpresa a lo de Yuji, aunque suponía que esa personita parada en el porche de su casa simplemente no quería quedarse solo y aprovechó la invitación del adulto para pasar tiempo con él hasta que llegarán sus padres.
Le permitió el paso y le ofreció algo de beber, el menor solo pidió una leche con chocolate, tal comentario hizo volver a sonreír al mayor, le parecía muy tierno que el menor quisiera tomar esa bebida siendo un adolescente, pero no se pudo negar y se dispuso a preparársela en lo que Yuji prendía la consola y se disponía a preparar el juego.
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Let me love you! »Goyuu«
FanfictionLuego de sobre pensar demasiado las cosas, Yuji considera la idea de tratar sus problemas. Su familia tenía razón, las actitudes infantiles que tenía ya no eran normales, no para un chico de su edad. Iniciada el 15/05/21 No copias/adaptaciones. ©po...