𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓

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一 Gustabo. 一 Llamó Jack

一 Dime, Conway. ¿Sucede algo?

一 Julia ha fallecido… esta mañana.

El pequeño de apenas trece años quedó paralizado.

Julia, tras permanecer en un coma por un año y medio terminó falleciendo, dejando a Gustabo completamente solo.
Bueno, vivía con su padre y su hermano, si, pero era más que obvio que favoritismo que Conway tenía por Horacio.

“Horacio es empático. Él sabe controlarse y es cariñoso, tu eres molesto, siempre enfadado, borde, egocéntrico, solo miras por tí, Gustabo.” Decía.

Cierto que Jack Conway nunca había prestado mucha atención a Gustabo, pero los pequeños detalles -la mayoría de veces forzados por Julia- habían desaparecido por completo, únicamente le daba comida, hogar y ropa únicamente cuando fuese necesario, por lo que tuvo que buscarse la vida. Para él era como una independización pero siendo menor de edad y viviendo en la misma casa.

Hablaba con su padre lo necesario y por respeto, tampoco lo veía mucho puesto que se la pasaba en el taller de la ciudad o en la casa de uno de sus más confiables amigos; Emilio, el hijo de Yun Kalahari y Armando Gruas, los jefes del taller de mecánicos.

Se había vuelto muy cercano a toda la familia del taller. No eran familia de sangre en verdad, y la mayoría ni vivían juntos tampoco, pero todos eran muy cercanos en el taller y solían pasarse muchas noches juntos. E incluso hasta todos esos compañeros consideraban a aquel pequeño rubio como uno más de la familia.

Fuera de todo eso, toda su historia… Julia estaba muerta.
Su mayor inspiración se había ido… Joder.

No dijo nada más -tampoco había mucho más que contar, a su padre ya parecía incluso no importarle. Horacio estaba a su lado jugando con su pulsera, tampoco parecía importarle-.

Se acercó a su hermano para besar su cabeza, como solía hacer antes de irse de casa para posteriormente salir y coger su bicicleta de tirón y comenzar a pedalear calmado y en silencio hasta el taller.

Como esperaba Yun le recibió con una sonrisa y unas palmadas en la espalda para luego guiarle hasta Armando, quien también saludó amablemente al rubio, aunque al notar sus ojos rojos y cristalinos se colocó en pie -puesto que estaba sentado tomándose un café-.

Gustabo, quien abrazaba su gorra se acercó hasta Armando para luego dejarse abrazar cayendo en su pecho, dejando sus lágrimas brotar sin límites.

A Armando se le rompió el corazón volver a ver así a su pequeño rubio, pocas veces había llegado así al taller, por no decir ninguna.

一 Ya está, gorritas, llora todo lo que quieras 一 calmó el mayor al notar como Gustabo retenía sus lágrimas, aunque la consecuencia el corazón del pequeño aceleró y sus lágrimas dejaron de retenerse.

A la hora y poco Gustabo estaba dormido en unos de los sofás con Armando sentado en el borde del mismo acariciando su cabeza y revolviendo sus cabellos con suavidad.

Mientras que en otra casa, bastante moderna y decorada, se reproducía una escena prácticamente igual, con un Horacio cansado tumbado en el sofá, con la mitad de su cabello rapado y su padre acariciando su hombro.

一 Horacio, no llores. Gustabo está perfectamente, no te preocupes por él, ¿si?

一 Vale, papá.

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– A.

𝑬𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒓𝒐, ¿𝑮𝒖𝒔𝒕𝒂𝒃𝒐?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora