0

87 2 0
                                    

Las calles de New York están en constante movimiento. La multitud de personas madrugadoras que van con destino fijo a sus respectivos trabajos se aglomeran a su alrededor. Pero poca importancia le daba a ese hecho, ya estaba acostumbrado. Es la misma rutina desde que se graduó de la escuela de periodismo, hace tres años, y fue enseguida captado para desempeñarse en el New York Times.

El suspiro abandono sus labios mientras escudriñaba con la mirada a su alrededor, como quien está en busca de algo especifico, sin embargo, no concretaba la imagen en su cabeza porque simplemente no existía una en particular. Unos cuantos pasos con el envase de café en su mano y se adentró en el edificio editorial del periódico. Tan viejo como el mismo papel impreso, la arquitectura era de antaño, con paredes de piedra muy bien pulidas y cuadros, una pared llena de recortes periodísticos enmarcados, los de más publicidad se ganaban un espacio en ese muro.

Pocos asientos radicaban en el vestíbulo. Un pequeño sofá de dos piezas con una mesa rectangular de mal gusto al frente y a un lado una planta artificial que se decía ser natural. Saludó con un asentimiento a la recepcionista aburrida, la cual masticaba un chicle detrás de su escritorio, para luego internarse en los pasillos arribando a una habitación rectangular dividida por diferentes oficinas que se dedicaban a diversas formalidades. Llego a la suya y abrió la puerta dando un largo sorbo a la cafeína. Ve su departamento vacío, no era fácil despertarse a las siete de la mañana solo para acompañar a su mejor amigo a el trabajo. Un bostezo y otro trago del caliente liquido mientras se cruzaba de brazos mirando en dirección a la ventana, ensimismado en su propio mundo.

-Buenos días jefecito - la voz animada de cierto pelinegro llego a sus oídos y la sonrisa en sus pomposos labios fue inmediata.

-Buen día Hoseok ¿cómo amaneciste? - giro el rostro para observar a el mayor, que dejaba el portafolio encima de su escritorio correspondiente.

-¿cómo se amanece un lunes, Jimin? - el bufido cansado de este le hizo volver a reír mientras negaba.

-¿Alguna noticia relevante? - pregunta el jefe.

Ya era hora de ponerse a trabajar, en definitiva, si se demoraban sus redacciones el editor en jefe le volvería a gritar por la poca publicidad de nuestra columna. A los lectores le gusta los chismes y los jugosos escritos llenos de blasfemias y críticas a él gobierno; o los asesinatos pasionales, aunque tal vez la mayoría prefería los seriales, pero en New York no son muy comunes.

-Bueno, si quieres noticias mediocres dentro de una semana el alcalde va a hacer una fiesta, ya sabes, modelos por todos lados y hombres en trajes caros - Jimin hizo una mueca en desacuerdo, pero, ¡no le quedaba de otra! seguro tendrá que cubrir esa noticia y plasmarla en el periódico.

-¿algún asesinato? - Hoseok lo miro con una ceja alzada mientras se tomaba otro largo sorbo de café.

-Para algo tienes a él bombón de tu mejor amigo ¿no?

-Aún estoy dormido, no me juzgues - tomo su celular del bolsillo de su pantalón mientras se acomodaba las gafas en el puente de la nariz. Presionando el marcador rápido de la pantalla llamo a TaeHyung. Hoseok aprovecho ese instante para salir con la cámara en mano, seguro a cazar alguna buena historia. El pitido dejo de sonar y la voz ronca y baja del otro lado de la línea le recibió animado.

-¿Ya me extrañas? - rodeo los ojos con diversión, podía imaginar la gran sonrisa cuadrada dibujada en el rostro ajeno.

-Dime por favor que tienes algún buen caso o no voy a poder comer este mes - se notar a la perfección su plegaria.

-Mmm, no tenemos mucho por aquí... -el sonido del teléfono de la oficina del detective se escuchó, luego de una espera de un minuto TaeHyung volvió a el móvil - Bueno ¿Querías un caso? Tenemos uno, luego te llamo y te digo la información ¿te parece bien?

𝙲𝚘𝚜𝚊 𝙽𝚘𝚜𝚝𝚛𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora