Capítulo 1

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MADELEINE.

Mamá esta noche tenia turno. Quedaría sola en casa. Había pensado en llamar a las chicas, pero la verdad era que necesitaba, y quería estar sola.

En la universidad nos dieron varios folletos, con todas las carreras que se dictaban. Medicina, psicología, abogacía, contaduría, periodismo, y algunas otras más.

Ya tenía una idea clara: trabajaría, tendría mi pequeña casa blanca, con los bordes rosas, rodeada de verdes y alegres plantas, un perro y un gato, los cuales se llamarían Ralph y Dusty.

La tarde noche de jueves transcurría tranquila. El barrio era tranquilo, nunca pasaba nada. La última vez que hubo algo de acción, fue cuando la señora López, llamó a la policía diciendo que un ladrón había entrado en su casa, quien en realidad era su hijo, de 30 años, que había entrado a las escondidas, porque había salido sin avisarle a su madre. Y eso fue hace como 5 años. Ella ya lamentablemente no vive, y su hijo por fin consiguió esposa, y se fue a vivir a otro lado.

Ya me había bañado, y había ordenado mi living para pasar la noche viendo series o películas ahí. La idea de noche tranquila la tenía yo.

Pero no con amigas como Maia y Tania.

Estaba tirada en mi sofá, con mi pijama amarillo lleno de flores, toda despeinada, cuando de repente, oigo el timbre de mi casa.

Bajo el volumen de la tele, y sin levantarme pregunto quién es.

-Madeleine, levanta tu flojo trasero, y abre la puerta que el helado se derrite...-oigo que dice Tania.

-¡Por favor amiga!-suplica Maia. Y tal como imagino, ella traía todo.

Pizzas, helado, películas.

-¿Qué hacen aquí?-preguntó, guardando el helado.

-Tu mama nos llamó Mad. Nos dijo que te vio medio triste y no quería que pases la noche sola. Sabemos que ambas están pasando por malos momentos. Y para eso estamos nosotras...-Decía con su pacifica voz Mai.

-Hay que ponerle onda a la vida...-en cambio, gritó Tania. Quien había puesto música, y bailaba como si no hubiera mañana.

Me convencieron y nos pusimos a bailar. Mientras reíamos, y nos sacábamos miles de fotos. Nuestros recuerdos.

Mis amigas eran las mejores. Tania tenía un carácter difícil, solía ofenderse con facilidad, pero siempre estaba para nosotras. Nos defendía de todo y todos. Y no solo con palabras. A veces se alocaba. Maia era más tranquila, pacifica, dulce, inocente. Pero su carácter era peor que el de Tania. Cuando se enojaba decía todo lo que guardaba. Lo decía tranquilamente si gritar no llorar. Pero sus palabras se hacían sentir. Y luego yo, una mezcla de ambas. Tranquila pero siempre cuidando y defendiendo a los seres que amo.

Vivíamos en una pequeña ciudad. En mi barrio nos conocíamos todos. Todos eran buenas personas. Y tranquilas. O eso creemos nosotros.

A un par de casas, alejadas de la nuestra, vive Doña Estela. Es una señora mayor, viuda, con hijos que no están con ella. No conocemos a sus familiares. Muy de vez en cuando viene una de sus hermanas, Doña Mora. No son gemelas no mellizas, pero son muy parecidas, y no solo en aspecto físico, sino mental.

Doña Estela, es una mujer malvada. Siempre vive de mal carácter, y todo debe hacerse como ella cree que es. Trata mal a las personas, porque dice que son ignorantes. A los empleados en los comercios, los trata de lerdos, y siempre se queja de los precios.

Olvidamos a doña Estela, y nos dispusimos a comer antes de que Tania se nos desmayara. Ella erala típica chica que comía y comía y nunca engordaba. Era hermosa.

Luces de FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora