Capítulo 32

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MARATÓN 2/2

MADELEINE

En la vida he pasado por muchas cosas. He llorado, he reído. Me he divertido con mis amigas, lo he hecho con mamá, y todo parecía resuelto. Pronto empezaría a estudiar algo que me gustaba, y de lo que podría vivir en el futuro.

Nunca antes había conocido a ningún chico que me interesara, era virgen hasta que Erick apareció.

Primero conocí a Ben, el chico más dulce y amable que pude haber conocido. Era tan atento como apuesto. Pero después apareció Erick. Se robó hasta lo más esencial de mí, me enamoró como nunca me imaginé, y me rompió en mil pedazos en corazón.

Siempre soñé con encontrar a un chico que se enamorara de mí, como yo de él; viviríamos miles de aventuras, algún dia nos casaríamos, tendríamos hijos, después conoceríamos a nuestros nietos, y moriríamos viejos, juntos.

Erick se encargó de mandar todos mis sueños al carajo. Exprimió todos mis sentimientos, me sí, me engañó, y se marchó. Fue un cobarde que no se hizo cargo de lo que hizo. De lo que hizo conmigo, y en mí.

Pero, de todas formas, Ben seguía estando. Él se quedó conmigo, y está tratando de armarme, o de armar a una Madeleine, y lo estaba logrando.

Ben estaba cerca mío cuando lo necesitaba, a pesar de que decidí irme con Erick, él se mantuvo siempre cerca. Nunca me odió, ni me guardó rencor, sino que todo lo contrario, siempre estuvo dispuesto a seguir conmigo.

Un dia me enteré que tenía una hermana, primero todo fue raro pero luego la sentí una parte infaltable de mí. Amé a Haily por todo lo que ella es y todo lo que representa.

Ahora nos encontramos en sentadas en una mesa, ambas muy producidas, más de lo que me gustaría. El maquillaje era muy extravagante, el brillo en mis ojos era muy llamativo, y el rojo en mis labios no me favorecía. El sujeto que dice ser nuestro padre, el mismo que tiene una obsesión conmigo, quiso que me ponga un vestido negro, muy apretado al cuerpo, largo. Casi que no puedo respirar. Habían alisado mi pelo, y lo llevaba completamente suelto.

En cambio Hai, no estaba maquillada, tenía su pelo atado en una cola suelta, y vestía una jeans grandes azules, y una camisa verde. Ella estaba usando zapatillas, a diferencia de mí, que tenía unos muy altos tacones.

Iban a liberarla, si yo me iba con Paul, la dejarían vivir. Ya no tenía esperanzas de que alguien nos rescate, pero sé que ella podrá ser libre. Ya nadie más podrá lastimarla. Tengo que hacer esto por ella. Se lo merece.

-No lo hagas Mad-habló después de horas que se mantuvo en silencio.

-Vamos a estar bien Haily.

Ella ya no dijo más nada, y por una parte lo agradecí. Me sentía demasiado mal ya, de tanto pensar en las cosas.

Nunca antes había sentido la necesidad de la muerte, pero en estos momentos preferia morir a estar con mi padre. De solo pensarlo se me revuelve el estómago, es mucho el asco que siento hacia ese hombre, pero lo hago pensando en mi hermana. Cuando me asegure que ella está bien, podré darle fin a mi tortura.

El silencio que hay en todo el lugar es extraño. Haily está más atenta que antes, y yo he comenzado a exasperarme.

Podía escuchar pasos que iban y venían. Se oían algunos gritos, y una luz de esperanza se instaló en nosotras en el momento que nos vimos.

No sabía que pasaba, pero me saqué los zapatos, asi podría correr más rápido, y usarlo de arma, en caso de ser necesario.

Más ruidos se escuchaban por todo el lugar. Gritos, cosas que caían, disparos. El caos se había desatado, y nosotras no éramos ni conscientes de lo que sucedía afuera.

Luces de FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora