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La alarma. Como siempre, anunciando un nuevo día. Como corresponde , se estiró un poco para apagar el celular, apenas abriendo un ojo pudiendo ver cómo el sol entraba por la ventana, consecuencia de que la noche anterior no había cerrado bien la cortina.
Bufó pero era hora de ir a trabajar así que se levanto y salió de la habitación.

- ¡Buenos días!. - Lo recibió con una sonrisa.

- No entiendo cómo tenes tanta energía tan temprano, es molesto, lo juro.- Le respondió, fingiendo enojo mientras se sentaba en la mesa con pereza, revolviendo su propio cabello.

- Bueno, yo no entiendo cómo podés estar de ese humor tan temprano.- Retruco con una sonrisa y le alcanzó una taza con café recién hecha.

- Es lo normal, recién me despierto. - lo miro fijo mientras tomaba el café.

- Supongo que es cierto.- Desvió la mira al piso, mientras rascaba su mejilla con algo de pena.

- ¿Qué?

- ¿Eh?

- ¿Que pasa?, Decilo.- Dejo la taza de café y se cruzó de brazos mientras esperaba que el otro hablará.

- emm.. Katchan... yo... Tu... Hoy.- miraba a todos lados para encontrar las palabras que quería decir y veía como al otro le empezaba a temblar el ojo.

- ¡ESCÚPILO!.- golpeó la mesa.

-¡B-BIEN!.-suspiro, juntó valor y lo miro- bueno, yo NECESITO que por fav.- Sus palabras se quedaron en su boca cuando sonó su celular por una llamada entrante.- ¡Hola!.- miro como Bakugou gruñó como respuesta y volvía a tomar el café. -Me parece bien... Okey.. entonces en un rato estoy por allá.. bien, adiós... Yo también.-susurro lo último y bajo la mirada con un leve sonrojo y volvió a mirar a Bakugou que hacía una mueca de asco y finalizó la llamada- ¡¡lo siento tengo que irme!!.

- ¡¿A DÓNDE VAS, BRÓCOLI CON PATAS?! - se levantó para detenerlo.

- ¡¡¡ha-hablamos en el trabajo, lo siento!!!!.

Chasqueo la lengua y volvió a sentarse, suspiro para relajarse y para terminar el café. Bien, su día empezó mal , ya sabe que tiene que ir por el pecas en el trabajo.
La primera cita la tenía entrada en la mañana así que podía irse tranquilo y preparase con paz.
Se fue a bañar, se cambió, agarro su morral, las llaves de la casa y se fue a la estación de tren con los auriculares puestos.
Se bajó y caminaba tranquilo mientras veía a esa esquina que tenía un gran cartel que decía
"Rojo-Rojo" y automáticamente se reía. Sí, el café era espectacular y la comida deliciosa pero con ese nombre tan patético no atraía a tanta clientela, solo él y sus compañeros de trabajo iban ahí y no siempre, ya que muchas veces tenían que pedir que se lo llevarán por las largas jornadas que no daba tiempo para cruzar.
Después de reírse de ese título, como siempre hace cada vez que lo ve, entró a su trabajo. Levantó la cabeza como una especie de 'saludo' al de seguridad y siguió caminando sin importarle si era devuelto o no.
Subió al segundo piso por las escaleras y camino por un pequeño pasillo, ignorando quien lo saludó.

Llegó a la puerta de su consultorio, la abrió , se quitó los auriculares y los guardo; se puso la bata y preparó las cosas para su cita, una vez tuvo todo listo salió para acercarse a la recepcionista, cuando llegó ella lo miro haciendo puchero.

- ¿Qué?

- Te saludé.- fingiendo estar enojada y se cruzó de brazos.- y como siempre me ignoras.

- ¿Si ya sabes que te ignoro porque me saludas cuando recién llego?.- guardo sus manos en los bolsillos de la bata.

- Porque yo sí soy educada.- le sonrió.

Esa nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora