Capítulo 2: Reglas de Palacio

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Apenas entré cumplí con las fórmulas de cortesía para con mi padre y soberano, lo cual me llevó a la reverencia final que me llevaba a quedar inclinada a la mitad del salón hasta que se me permitiera acercarme, al fin recibí la concesión y con agilidad me erguí y caminé hacia el trono con paso ceremonioso, al fin ante mi rey otra profunda reverencia era necesaria, la hice mientras decía: "Su fiel sierva e hija le saluda y presenta su respeto". Apenas concluí el enunciado cuando una bofetada cruzó mi rostro dejándome petrificada.

-¡Niña estúpida, inconsciente y egoísta! -mi padre en un segundo se había levantado y puesto frente a mí y me hacía un reclamo con voz de trueno- ¿Acaso tienes idea de cómo has tenido en vilo a tu padre y todo tu pueblo? ¿Cómo puedes ser tan desconsiderada e irresponsable? Me parece increíble que seas mi hija, siempre te creí juiciosa y madura, me haz desilusionado -concluyó con pesar mientras se sentaba de nuevo en su trono con la cabeza baja y una iracunda mirada clavada en mí, yo sobé mi mejilla y aún con ganas de llorar me decidí a hablar.

-Tenía que cumplir con la última voluntad de mi madre, te lo avisé y solicité permiso, pero ni siquiera me tomaste en serio -me defendí tratando que mi voz no se quebrara.

-Estás loca como ella, una princesa haciendo un viaje sola, pudiste perderte, pudieron secuestrarte o matarte, pero lo único importante era cumplir con los desvaríos de una bruja.

-Basta, no le faltes al respeto a una mujer que te amó tanto -exclamé furiosa y una violenta ráfaga de viento salió de mi cuerpo moviendo los adornos del salón asombrando a mi padre y a mí misma.

-De modo que lo hiciste -dijo destrozado- te convertiste en lo mismo que ella.

-No puedo dejar morir su herencia, quiero convertirme en la gran hechicera que ella siempre quiso que fuera, no puedes quitarme el recuerdo de mi madre y mis ansias de mantenerla viva y a su legado, no me quites esto.

-Entonces lo que yo sueño para ti no te importa, el legado de mi estirpe no es importante para ti.

-Llegar a ser una gran reina no está peleado con ser una gran hechicera, puedo ser ambas, si me apoyas y crees en mí, te amo a ti tanto como a mí madre, por lo tanto no puedo elegir entre mis dos legados, es mi deseo honrar ambos y así lo haré.

-Necesito reflexionar, la corte no quiere más magia en palacio.

-La corte es ignorante y prejuiciosa, ansío cambiar su percepción acerca de la magia, déjame intentarlo padre.

-Si no lo hago, vas a actuar a escondidas como con este viaje, debo pensar acerca de un paso tan enorme, además quiero saber ¿quién es el muchachito por quien te haces acompañar?

-Es mi protector, todos los que aprenden hechicería en la dinastía de mi madre tienen uno, imagino que lo sabes.

-Que si lo sé, buenos problemas me dio ese brujo tan raro que decía ser el hermano más poderoso del rey de los demonios de fuego -ante aquel título levanté mi rostro impactada, recordando las palabras de Dídier acerca del poderoso hermano de su padre, se había enamorado de una humana y se suicidó al morir ella, mi madre había sido la protegida de aquel demonio, acaso era ella también de quien se había enamorado. Aunque también podría haber amado a otra humana a quien conoció durante su tiempo como protector, bueno esas conjeturas quedarían para otra ocasión, pues mi padre reclamaba mi atención.

-Te he dicho que le hagas pasar, ¿acaso seguirás ignorando las órdenes de tu rey? -exclamó mi padre extremadamente molesto, yo me había quedado atrapada en mis pensamientos.

Me obligué a reaccionar y así  cumplí con la orden, abrí la puerta del gran salón y le pedí, a quien hasta hace unas horas era mi compañero de viaje, que pasara.

El Demonio y la PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora