ADIÓS

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Jimin miraba una y otra vez las distintas puertas del aeropuerto, buscando a Taehyung. Su avión partía en treinta minutos y no había visto a Taehyung hace una semana. Los primeros días en el centro de rehabilitación no dejaron que Taehyung viera a nadie, excepto a la familia directa, y hace dos días, Oscar lo había llamado para decirle que Taehyung había huido del centro.

—No puedes esperar más, Jimin —le dijo Marco—. Se está formando una fila muy larga en policía internacional, si no te marchas ahora, puedes perder el avión.

—Lo sé —dijo con tristeza—. Pensé que tal vez llegaría.

Jimin no tuvo que explicar nada, todos sabían a quién esperaba. Taehyung sabía el día y la fecha de su partida, y él estúpidamente, había pensado que tal vez Taehyung estaría allí para una despedida, pero con tristeza aceptó que Taehyung ya no llegaría a tiempo para decirle adiós.

Le costaba aceptar que la despedida que habían tenido en la puerta del centro fuera la definitiva. No se habían dicho nada como esto se terminó o ya no quiero estar contigo. ¿Debía entender que todavía estaban juntos? ¿O si Taehyung no se presentaba lo daba todo por terminado?

Se despidió de sus padres, de Sofía y su sobrino, que se puso a llorar, poniéndolo aún más triste, y finalmente de Marco y Tomy.

—Cuídate —le dijo Tomy.

—Lo haré —antes de soltar a Tomy, le susurró—. Por favor, cuida a Taehyung. No dejes que nada malo le suceda.

—Haremos todo lo posible —le dijo Tomy mirando a Marco.

—Gracias —dijo tomando su equipaje de mano y entrando a policía internacional.

Tal como le dijo Marco, apenas tuvo tiempo de llegar a la puerta de embarque, cuando subió al avión, mantuvo hasta el último momento su teléfono encendido, esperando que Taehyung lo llamara para despedirse. Pero la llamada nunca llegó.

Cuando la azafata pidió apagar los teléfonos, tuvo que contener las ganas de llorar; y cuando el avión por fin despegó las lágrimas comenzaron a caer sin control.

En el fondo de su corazón sabía que ese era el final; sabía que cuando volviera, Taehyung no lo estaría esperando. Así como no había habido un beso de despedida, no habría un beso de bienvenida.

Y solo si era afortunado, tal vez algún día volvería a ver a Taehyung.

* * * *

Taehyung se despertó con la ya habitual sensación de resaca.

Se cubrió los ojos para evitar la punzada de dolor que le provocaba la luz y el ruido que provenía de la calle. La boca seca, el dolor de cabeza y las náuseas, eran como viejos amigos que lo acompañaban casi todos los días, pero la de hoy era una de las peores que había sentido.

Trató de recordar cómo había llegado a ese estado lamentable; entre la bruma del alcohol y las drogas, recordaba a Darío, las pastillas, la marihuana, mucho ron y besos... y luego recordó a Darío con su pene en la boca...

Abrió los ojos asustado y miró a su lado el cuerpo desnudo de Darío.

¿Qué hice? ¡Por todos los cielos, que fue lo que hice! pensó horrorizado. Se tocó el pene, sucio aún con restos de la relación sexual con Darío y miró alrededor de la cama solo para comprobar lo que ya sabía: ni siquiera había tenido la prudencia de utilizar un condón.

Darío se movió en la cama y Taehyung se levantó, tambaleándose aún, hacia el baño. Apenas alcanzó a llegar a la taza antes de levantar la tapa y vomitar hasta las tripas. Cada arcada disparaba una nueva ola de dolor a su cabeza. Perdió totalmente el control de su cuerpo y se orinó encima con la fuerza de las contracciones de su estómago.

DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora