CUMPLEAÑOS

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Jimin estaba furioso.

Era el día de su cumpleaños, ya eran casi las diez de la noche y nadie lo había saludado en todo el día. Sus padres y su hermana vivían en La Serena, al norte de Corea, así que lo habían llamado por teléfono, pero ningún amigo había recordado su cumpleaños. ¡Ni siquiera Tomy!

Tomy y él eran como hermanos, su primo jamás se había olvidado de su cumpleaños, lo que hacía que fuera más doloroso. Tomy se había marchado temprano al apartamento de Marco y había avisado que se quedaría a dormir con él. Tal vez ahora que Tomy estaba enamorado, ya no era tan importante para su primo.

Desanimado pensó en llamar a Chris, el mejor amigo de Marco, para que salieran a alguna parte, pero no logró dar con él. Así que iba a pasar la noche de su cumpleaños solo.

Este era por lejos, el peor cumpleaños de su vida.

Cuando abrió la puerta de su apartamento, la oscuridad era total, por lo que casi queda pegado al techo del susto, cuando la luz se encendió de golpe y la habitación llena de gente gritó:

—¡Sorpresa!

—¡Feliz cumpleaños! —Tomy corrió hacia él y fue el primero en abrazarlo.

—Pensé... pensé... —dijo emocionado, abrazando a Tomy.

—¿Qué me había olvidado? ¡Tonto! ¿Cómo puedes creer que olvidaría tu cumpleaños?

Eso era verdad, Tomy jamás olvidaría su cumpleaños. Recibió feliz los regalos y los abrazos cariñosos de sus amigos y amigas, y cuando menos se lo esperaba, una inconfundible y profunda voz lo saludo.

—Feliz cumpleaños, Jimin.

Se giró rápidamente y el bello rostro de Taehyung estaba allí sonriendo tímidamente.

Diablos, ese era el mejor cumpleaños de su vida...

* * * *

Taehyung fue solo a la fiesta de Jimin, Simón había estado muy frío con él desde el día que salió del closet. Una parte de él odiaba a su amigo por la reacción que había tenido; entendía que no todo el mundo podía aceptarlo, pero que su mejor amigo no lo comprendiera, le dolía. Afortunadamente se había encontrado con un par de amigos de la universidad, Pablo y Ricardo, y había estado conversando con ellos.

La fiesta de cumpleaños estaba en pleno apogeo, pero Taehyung se mantenía al margen mirando ocasionalmente a Jimin. A Taehyung le hubiera encantado tenerlo toda la noche junto a él, pero entendía que Jimin debía interactuar con el resto de los invitados.

En un momento, cerca de la medianoche, fue al baño y apenas cerró la puerta, se apoyó en ella e intentó relajarse. Era muy malo socializando, demasiado tímido para su desgracia y además de todo, necesitaba algo... Hurgó en su bolsillo y encontró una de sus pastillas, se la metió a la boca y se la tragó sin necesidad de agua.

No pudo evitar pensar en su ex novio, Darío. Cuando tenía catorce años había conocido al muchacho más lindo de su colegio. Darío y él se hicieron amigos y al poco tiempo, Taehyung se dio cuenta que la atracción que sentía hacia su amigo era correspondida. Habían estado juntos por mucho tiempo y Taehyung no había vuelto a estar con nadie después de él.

Darío había sido el primero en todo: el primer beso, la primera relación sexual, su primer amor y también su primer corazón roto. Darío también había sido el primero en otra cosa: La primera vez que usó drogas.

La mamá de Darío era visitadora médica y su casa siempre estaba llena de muestras médicas, las que su novio robaba discretamente para ambos. Había comenzado a consumir pastillas a los quince años, la primera vez que las probó había sentido que su timidez y ansiedad se reducían, y eso lo hizo querer probar más y más. Solían también fumar marihuana y beber. A ambos les gustaba mezclar las drogas con alcohol, a Darío le gustaba con la hierba, pero él prefería el efecto de mezclarlo con las pastillas. Con el tiempo se aventuraron a probar drogas como el éxtasis y la cocaína; el límite de Taehyung eran las drogas intravenosas, nunca se había pinchado las venas; el placer de las drogas no compensaba su fobia a las agujas.

DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora