Capítulo 2

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Meses, varios largos meses habían pasado desde ese día, Soobin no sabía en sí cuanto había pasado, pero para él era una eternidad. Ya nada era como antes, las tardes de risas, mimos y besos pasaron a ser de silencio total, el mayor estaba seguro que se podían oír sus  respiraciones.  
No sólo en casa la pasaban mal, también cuando tocaba visitar a las respectivas familias de cada uno. Para Soobin resultaba incomodo el ir a casa de sus suegros, de sus cuñadas o de sus propios padres, tenía miedo de que alguno de ellos se diera cuenta de que algo iba mal en su matrimonio, no sabía como reaccionarían. Le causaba una grande tristeza el que ahora sus primas o sobrinos le dijeran que de grandes les gustaría tener una relación como la suya con Hueningkai, y es que todos los veían como la pareja perfecta, de esas sacadas de las revistas. 

Soobin se sentía la peor escoria del mundo, Hueningkai no le dirigía la palabra, lo único que salía de sus labios era "la comida está servida", "buenos días", "buenas noches, Choi".
El día del incidente, su corazón se agrietó y los pedacitos fueron cayendo conforme los días pasaban y su relación con Kai iba deteriorándose. Empezaba a culparse, ¡y es que si era su culpa! De haber sabido que Dongyul seguía queriéndolo, no hubiera accedido a que lo acompañara, sí, definitivamente había sido su culpa, por ser tan ciego ocurrió ese beso, que desataría una catástrofe a su corazón y a su matrimonio.

Anteriormente, miraba el reloj de manera constante, esperando con ansias la hora de salida para poder llegar a acurrucarse al lado de Huening, pero ahora evitaba a toda costa ver el reloj durante el trabajo, él sufría al llegar a casa y encontrarla vacía, sin Kai, entonces él se salía también, no podía soportar el estar ahí solo, si lo hacía dejaría que sus pensamientos negativos lo consumieran y eso no era sano. Tampoco lo era el rostro de Hueningkai, lucía enfermo, la tristeza plasmada en su rostro, no quedaba nada de ese chico jovial y cariñoso, que en cuanto él cruzaba la puerta, los ojitos del menor se iluminaban de una forma tan bonita, que Soobin había prometido siempre mantener esa chispa en ellos, lamentablemente su promesa no se cumplió.

Beomgyu, él había sido su hombro para llorar, siempre que encontraba la casa vacía se dirigía con su gran amigo de confianza, siendo su pañuelo de lagrimas. Beom estaba algo enojado, pensaba que Soobin era tonto por no haberle explicado la situación a Hueningkai, pero él no sabía lo terco y aferrado que éste llegaba a ser. Soobin podría jurar que si le llegase a explicar, Huening se haría el de oídos sordos a sus palabras. 

"No oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado."

Hueningkai siempre había sido así desde pequeño, y el recuerdo de un Kai de 12 años diciendo eso le regresaba la sonrisa, aunque fuera por unos escasos segundos.


...


— Tengo miedo, o sea yo sé que lo está pensando y en algún momento ocurrirá —. Se podía notar la preocupación en el tono de voz de Soobin, el cual se mordía las uñas mientras Beomgyu lo miraba confundido, parando con las caricias a su cabello en cuanto lo escuchó.

— ¿A qué le tienes miedo? —. 

— A que Hueningkai me deje, él seguramente ha estado pensando en pedirme el divorcio, lo sé, él no perdonaría algo así, por lo menos no de una manera tan fácil, la salida más viable es que me lo pida, solo es cuestión de tiempo y es que, me duele, me duele mucho Beom, yo aún lo amo pero no sé, a la vez pienso que sería lo mejor para él, se ve tan desanimado, sin vida ¡y todo por mi culpa! Sí, seria lo mejor para él, él merece ser fe... —. Soobin no terminó de expresarse puesto que el de cabellos largos lo interrumpió, con el entrecejo fruncido y mirándolo a los ojos.

Poesía | sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora