—¿Está... dormido? —susurró, el profesor Wayne descansaba en el escritorio,de brazos cruzados y cabeza agachada era totalmente evidente que esaba descansando.
—Sí, se duerme a los veinte minutos de que inicia detención —Clementine a ese punto ni siquiera iba a tratar de callarlo, no después de todas las veces que le repitió que guaradara silencio. Cerró el libro, lo único que podía despertar al profesor eran las campanas de las cuatro de la tarde, o la puerta —. Pero no hables alto, por favor, no quiero correr el riesgo de que me castiguen de nuevo.
—¿Por qué te castigaron, Clementine? —murmuró, juguetón, esperando molestarla, la verdad es que la curiosidad le picaba por conocer a la chica a su lado.
Una introducción no era necesaria, en una pequeña escuela con tres salones de veinte alumnos por año académico era fácil conocer a todos, por lo tanto, las incómodas introducciones estaban de más.
Clementine "Tyne" Reffner, 17 años, una de las mejores estudiantes a nivel académico, y, la que ya tenía una silla con su nombre esperándola en detención.
—¿A ti por qué te castigaron, niño perfecto? —respondió con el ceño fruncido —. La hermana Isabel estaba a punto de orar por tu alma pecadora.
—No fue nada, una tontería —aseguró, jugando con la bolita de papel que ella le lanzó con anterioridad —. La pregunta es, ¿qué no hiciste para estar aquí?
—No hice nada, nunca hago nada y me mandan aquí. A este punto terminaré yo dirigiendo detención...
—Pero le dijiste a un profesor que, y cito Lucifer es mi pastor —una voz detrás de ellos se hizo presente, inmiscuyéndose en la plática sin permiso.
—Nadie puede tomar una broma ahora —bufó, buscando abrir el libro de nuev para evitar a toda costa con alguien más-
—Es que no les gustan las pecadoras —la voz se hizo presente de nuevo, con la diferencia de que ahora Tyne se tomó el tiempo de ver a Axel Matthews a los ojos.
—¿Y tú estás aquí por ser un alma pura o porque de nuevo te encontraron tratando de husmear en el baño de mujeres? Acosador —volvió a ver al frente, las risas por lo bajo de los presentes le dieron la victoria.
—Tú no tienes derecho a hablar, bruja —la señaló, Tyne sabía que en cualquier momento ese chico podría escupirle o algo parecido, había llegado a tener pesadillas de él tirándole ácido al rostro. Desde entonces, no podía verlo igial —. Ni siquiera deberías estar aquí.
—¿Según quién? —Zach salió a la defensiva, demasiado ingenuo para tener una idea de en lo que se estaba metiendo.
—San Agustín, aunque probablemente también se refiera a Santo Tomás de Aquino, claro, si es que estamos hablando de que aun hay personas que creen que las mujeres no deberían estudiar —Tyne cerró los ojos, se persignó exagerando su expresión, fingiendo que murmuraba sus plegarias al cielo, pidiendo cualquier milagro para ser sacada de aquel infierno.
—Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones —citó Matthews con una sonrisita engreída, su único talento era citar a personas que habían muerto hace cientos de años para ser intelectuales.
—Tampoco olvidemos que tus queridos santos dijeron sí a la decisión del aborto, al fin y al cabo, los embriones no tienen alma, ¿verdad? —mantuvo la misma expresión, aunque un tanto más tranquila, sabiendo bien que había tocado una fibra sensible cuando se levantó de la silla.
—¡Blasfema! —exclamó con furia, Tyne le dio la espalda y comenzó a leer, estirándole el brazo a Zach para que hiciera lo mismo —. ¡Blasfema! ¡Arderás en el infierno!
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Detention
General FictionLa primera vez que la vi fue la noche más aterradora de mi vida. La miré a los ojos mientras que su rostro era aplastado en la parte delantera del auto policial, se quejaba, dolorida durante el proceso en el que le colocaron las esposas, sin dejar...