Capítulo 1.

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-¿Cuándo va a acabar esto? -Pregunté acariciando el pecho de mi chico. 

Despegué mi cabeza de su pecho para mirarle. Sus ojos mieles estaban cubiertos por unas gafas negras de sol, aunque ya estaba anocheciendo y no le hacía mucha falta. En su cabeza se encontraba su característico gorro negro. Su flequillo salía por la parte delantera de él, perfectamente peinado.

-Pronto, pequeña. -Se inclinó hacia delante y presionó nuestros labios. 

Ssupiré. Siempre me decía aquello. Llevaba saliendo con este chico tanto tiempo que ni lo recordaba ya, estaba bien con él, lo amaba, pero siempre había problemas por medio. Chicas, el equipo de fútbol americano donde Justin era el capitán, drogas, alcohol y para colmo, mis padres.

-Son muchas cosas y no veo que hagas un esfuerzo por acabar con todo. -Me senté a su lado en la carretera. El aparcamiento donde estabamos estaba completamente vacío, solo estaba el precioso coche de Justin aparcado.

Mi chico frunció el ceño y sw incorporó. Su espalda se apoyó en la farola que tenía detrás.

-¿Estás diciendo que no estoy luchando por nuestra relación? -Sacó del bolsillo de su chaqueta de cuero un paquete de tabaco.

No respondí, por lo que lo afirmé en silencio. Siempre le veía distraído o en sus cosas, y cuando teníamos problemas, discutíamos. Pocas veces estabamos así, tranquilos. Bueno, aunque estabamos a un pequeño paso de discutir.

-Parece increíble que me digas esto. -Se llevó el cigarro a los labios y lo encendió.- Sabes que te quiero un montón y que hago todo lo posible para que nuestra relación vaya hacia delante.


Nos bajamos del coche y me apoyé en la verja que daba paso a mi casa. Justin se acercó a mi y colocó sus manos a cada lado de mi cabeza. Sonreí. Era tan guapo.

-Mañana vengo a por ti, ¿vale? -Susurró sobre mis labios para después besarlos.

-Corre antes de que te vea mi padre o te sacara a patadas de aquí. -Reímos. Pasé mis manos por su espalda y suspiré. -No, ahora en serio cariño. Sabes de lo que es capaz.

-Y él también sabe de lo que soy capaz. -Volteó los ojos. Guardó una de sus manos en el bolsillo de sus jeans y sacudió su pelo.

Negué. Pasé mis manos por su cuello y lo atrage amí. 

-Te quiero, Jus.

-Yo también atí, nena.

Le dí un último beso y lo dejé ir. Una vez que su coche desapareció de mi vista, abrí la verja y caminé por el camino de piedrecitas hasta llegar a la puerta de casa. Entré dentro, dejé las llaves en la mesa de la sala de estar y corrí a mi habitación. Estaba cansada y quería dormir. Abrí la puerta de mi habitación y me congelé al ver que mi padre estaba sentado en mi cama fumando uno de sus asquerosos porros.

-¿Papá? ¿Se puede saber qué haces en mi habitación?- Dejé mi bolso en una silla y me acerqué a él.

-¿Dónde estabas cielo? Te fuiste ésta mañana y has vuelto muy tarde. -Se levantó de la cama mirando su reloj de oro que siempre llevaba puesto. Maldito rico de mierda.

-Con mis amigas. -Me encogí de hombros.

Su cara se pegó a mi cuello para que  empezara a olisquear. Puse una mueca de desagarado y lo separé de él. 

-¿Pero qué haces? ¿Estás bebido o qué? 

-¿Te crees que soy estúpido y qué no sé que estabas con Justin? -Gruñó, tiró el porro al suelo y lo apagó con talón del pie.- No quiero que estés con él. ¡Te lo prohibo! -Me gritó.

-Estoy cansada de que me prohibas con quien salir y con quien no. -Grité. -NO soy una niña pequeña, tienes que dejar de decirme que es lo que tengo que hacer.

-Tú vas ha hacer lo que yo quiera te guste o no. -Gritó y salió con un portazo.

Mosqueada, le di una patada a un jarrón de valor que había al lado de mi armario. Cuando éste hizo contacto con el suelo, enseguida se rompió en miles de añicos. Pasé mi mano por mi pelo con cierta frustación. Estaba cansada de tanta mierda. Siempre me hacía lo mismo y no podía ya con ello. O empezaba a respetar a Justin o no me vería más en la vida. Desaparecería de su vida y de la de todos. 

Marqué el número de Justin. Tenía que contarle lo de mi padre. Aunque no sabía si iba a ser capaz de decirselo o no. 

-¿Hola? - Una voz femenina me saludó al otro lado del aparato.

-¿Disculpa? ¿Dónde está Justin? 

-Se está duchando. -Dijo con gracia.

-Ah, ¿y tú eres? -Pregunté cabreandome aún más. Lo que me faltaba es que estuviera con alguna puta ahora.

-Una amiga, Kate, ¿quieres que le deje algún recado? 

-Dile que me llame en cuanto tenga tiempo. -Y colgué.

Dulce perdición. JBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora