CAPÍTULO 1

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*Luce*

Solo me faltaba coger el bolso y el móvil para poder ir al cine con Chiara y los demás. Me acerqué al escritorio junto al ventanal y lo preparé todo para marcharme, ya que últimamente estaba llegando tarde a mis clases de pintura y cuando quedaba con mis amistades, retrasaba los planes que habíamos acordado de disfrutar. 

Bajé a la sala de estar donde papá estaba organizando una exposición que tendrá que presentar en unos pocos días, él estaba estresado y malhumorado, llevaba semanas así. 

─Papá, ya me marcho.─ apoyé mi mano en su hombro derecho─ Descansa un rato, lo necesitas.─ se dio la vuelta mirándome.

─Te prometo que ya iba a parar, era el último repaso.─ me puso una sonrisa que delataba su mentirijilla.  

─Claro... y yo tardo cinco minutos en ducharme.─se le escapó una risilla por mi sarcasmo─ Incluso yo me tomo en calma los trabajos.

─No te preocupes ahora por eso Luce, te estás retrasando.─ miré el reloj y salté de lo tarde que era.─ Vete ya, te estaré esperando.─ asentí.

Fui corriendo hacía la puerta de la entrada y cogí las llaves del coche. 

─¡Te quiero, adiós!─ me despedí a gritos.

Salí de allí y me metí en el coche. 

Ya estaba de camino cuando Chiara me llamó para asegurarse de que no me había olvidado de ir. 

─Luce, quedan diez minutos para que empiece la película, ¿qué ha pasado ahora?─ por su entonación, sonaba cansada, y no por los estudios sino por mi. 

─Me he entretenido hablando con Uriele, pero me queda poco por llegar.─ intenté sonar convencida, aunque era verdad. 

─Mas te vale estar aquí en cinco minutos o esta vez no te escapas.─ yo reí porque cuando se ponía seria me hacía mucha gracia. 

─Tu esperame en la entrada, ya llego.─ y le colgué para acelerar. 

Y como me dijo, llegué a tiempo. Me metió la bronca por sexta vez esta semana y fuimos a comprar golosinas y bebidas. Pedí un zumo de piña y caramelos de diferentes sabores que, al poco, me entregó el dependiente del lugar. 

Entramos en la sala junto con Gian y Marco, nuestros amigos de la infancia. Marco es alto y a veces hasta parece amenazante su estatura, sus ojos color castaños y cabello rojizo. Es como un hermano para mi, lo conozco desde que tengo consciencia. Gian en cambio, llegó a nuestras vidas cuando tan solo teníamos diez años, pero de igual forma lo queremos. Tiene el pelo castaño oscuro y los ojos marrones, no es tan alto como marco, pero él sí que es un completo fastidio cuando quiere. A veces no entiendo porque ellos dos tienen ese instinto protector solo con nosotras y a los demás que les den. Ellos no paran de cogernos de las manos siempre que ven a algún otro chico acercarse para cualquier cosa. Y no, no les gustamos, solamente esperan a que cuando tengamos pareja, ellos, también se lleven bien con los nuevos integrantes a nuestro círculo. 

Nuestro círculo está formado por varios integrantes más, Astrid y Vanna, junto con nosotros cuatro. Cuando tuve la idea de crearlo, lo primero que intentamos era centrar la propia energía y juntarla con la de los demás, para que juntos la resistencia fuera más fuerte. Lo que no sabíamos era que, yo siempre canalizaba más poder del que se suponía y por mucho que buscábamos las respuestas a eso, no la hallabamos. 

Se supone que en el siglo veintiuno muchas preguntas de las que nos hagamos tienen una solución lógica, pero cuando nos acercamos a ella, algo salía mal y poniamos en peligro nuestro pequeño aquelarre. No era un peligro mortal, pero durante días teníamos que canalizar energía de nuestros propios amuletos, ya que sino nos debilitamos el doble o el triple. Cada uno escogía cualquier cosa relacionada con la naturaleza y lo bañabamos en agua del mar, a las veinticuatro horas lo metiamos en un cuenco, donde ahí, dejábamos caer unas pocas gotas de nuestra sangre y antes de finalizar, conjuramos el hechizo que introducía nuestra sangre en el interior del objeto. Siempre teníamos que llevarlo con nosotros, en caso de peligro o cansancio. 

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⏰ Última actualización: May 20, 2021 ⏰

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