—Iza, Iza... —Pronunció por enésima vez con paciencia y sin dejar de gesticular cada una de las letras.
—I... I...
—Vamos, cariño, di "Iza".
—I...
Izayoi acarició maternalmente la cabellera azabache de su nieto y le sonrió con genuina ternura. Aún recordaba cuán divertido había sido enseñarle a hablar a Inuyasha y ahora volvía a repetir la experiencia con su primer nieto. Estaba tan emocionada que a duras penas podía contener los gritos de alegría. ¿Qué más daba si el pequeño Kou apenas podía pronunciar la primera letra de su nombre? Al menos era algo y, si conseguía ser llamada "Izayoi" antes que su consuegra, se sentiría irremediablemente feliz.
Miró al infante frente a ella mientras gateaba entre un sinnúmero de juguetes, cubos y peluches que parecían más una pista de obstáculos antes que un parque de juegos. Desvió la mirada al enorme ventanal que daba a la inmensa ciudad plagada de edificios, la misma por la cual entraba un sol radiante y una brisa de lo más agradable. Desearía tanto poder alzar a su nieto para enseñarle lo monstruosamente altos que eran los edificios, pero no estaba segura de qué le diría su esposo si la pillaba haciendo algo así. Seguramente la tacharía de loca e imprudente. Mejor mantener las manos donde pudiera verlas y, hablando de ver, ¿dónde se había metido el niño?
—¿Kou...? ¡¿Kou?!
¡Inuyasha la mataría si lo perdía de vista! Se alzó con cuidado y se sacudió el inexistente polvo prendado de sus ropas y con ojos desorbitados comenzó a buscar al inquieto pelinegro.
—¿Kou? —Volvió a preguntar con temor y miró la extensa habitación celeste pastel.
Tras breves segundos que a ella le parecieron eternos, escuchó un gorgojeo proveniente de debajo de la cuna. Se agachó con miedo y, efectivamente, desde allí la observaban pícaramente un par de ojos dorados idénticos a los de su hijo.
—Ahí estás, pillo —y, lejos de querer arrastrarlo fuera de aquel nido de polvo y pelusas, la mujer se escurrió debajo de la espaciosa cuna junto a él—. ¿Qué tanto miras, eh? —Otro gorgojeo fue su respuesta y, sin poder contenerse más, le apretó las suaves mejillas con cariño— Eres tan adorable...
Observó el suelo desde su posición. Se sentía diminuta y, al mismo tiempo, era divertido esconderse junto a Kou y pretender no existir. De reojo pudo apreciar el momento exacto en que el niño quiso llevarse una pelusa a la boca, pero logró arrebatarle el polvoriento objeto justo a tiempo.
—No, Kou —regañó—, esto no se come. Te hará doler el estómago —tiró lejos la pequeña bolita de algodón y se acercó más al infante—. Mejor retomemos lo de antes, ¿te parece? A que sí. Repite conmigo: Iza... I-za...
—I... —Las pálidas mejillas se inflaban una y otra vez, intentando pronunciar una sílaba que para el niño eran más bien palabras impronunciables— I... —Volvió a intentar— Iz...
—¡Eso, eso! —Gritó eufórica y se apresuró a cubrirse la boca por temor a gritar demasiado alto— Ese es mi nieto —murmuró con apremio—. Iza... Izayoi... I-za-yo-i... ¿A que es bonito mi nombre? ¿No quieres que sea tu primera palabra? Estoy segura de que sí.
No podía contener su emoción. Sabía que Kou ya había pronunciado varias palabras. Su primera palabra había sido "mamá" y, más tarde, "papá", pero aún no había dicho su nombre, ni el de su abuela materna, por lo cual aún le quedaba tiempo para ganar esa competencia auto-impuesta. Se sentía tan cerca de cumplir su meta. No podía rendirse ahora.
Tras varios minutos, mofletes y caras chistosas, parecía estarlo logrando. Cada vez el infante pronunciaba con mayor facilidad las primeras dos letras de su nombre, demostrando así que los niños de verdad absorbían el conocimiento como esponjas. Claramente la inteligencia había sido heredada de su parte, ella misma se calificaba como una mujer muy astuta y locuaz.
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Grandma
FanfictionIzayoi se ha escabullido de los brazos de su esposo para ir a cuidar unas horas a su nieto. Entre juego y juego, aprovecha para enseñarle un par de palabras nuevas, sin sospechar que esa tarde sería inolvidable para ambos.