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El día transcurría con tranquilidad, o bueno, la tranquilidad que se puede tener en la casa Bakugō.

Después de despedirse de su hiperactivo compañero, Kirishima y Bakugō decidieron ir a la casa del último, esto por estrictas órdenes de la madre del cenizo, quién había llamado enterada de la situación y entre gritoneos le ordenó a su hijo ir derechito a casa.

Y ahí estaba, observando las discusiones típicas entre madre e hijo.

_Quieres té?- le preguntó a su izquierda en el sillón el "jefe" de la casa.

_No, gracias- declinó amablemente esbozando una pequeña sonrisa nerviosa. Aunque ya hayan pasado unos años de conocerse, simplemente no podía evitar sentirse avergonzado frente a figuras mayores.

_Hey tú, ¡pelos de mierda!- le llamó su mejor amigo, Kirishima volteo a verle cuando este ya estaba subiendo las escaleras- a mi habitación ¡ahora!- ordenó antes de que la chancla de su progenitora le golpeara en la nuca.

_¡Esa no es forma de hablarle a la persona que te soporta además de nosotros, mocoso!- fueron las palabras de la fémina, Katsuki rodó sus ojos acariciando su zona afectada y haciendo oídos sordos a la mujer, se fue sin decir más nada a su habitación.

Fue entonces que el pelirrojo ni corto ni perezoso emprendió su destino tratando de esquivar la atención de los dos mayores.

_Mitsuki, no crees que fuiste un poco lejos con tus palabras?- le preguntó el de cabellos marrones acomodando sus lentes con nerviosismo.

_¡Ja! Eso no es ni un quinto de lo que debí decirle- se cruzó de brazos adoptando una expresión de entrecejo fruncido.

Su esposo dejó escapar un largo suspiro, había sido duro criar a un alfa de genes como Katsuki, tanto para Mitsuki como para él, la manera en la que su esposa trataba con brusquedad a su unigenito era para hacerle notar que no sólo por poseer algo de genes puros quiere decir que pueda pasar por encima de los demás, y muchas veces Mitsuki se lamenta no poder demostrarle aquel cariño asfixiante que se supone debería, sabe que si lo hacía este perdería cualquier vestigio de respeto ante demases, así como también sabía que no era lo suficientemente dura con él.

_Ningún padre es perfecto- le reconfortó abrazando con protección a su mujer, la cual no lo pensó dos veces para devolver el gesto.

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_Sé que te lo digo muchas veces, pero es que encerio no me canso de decirlo..- hablaba mientras se encontraba sentado en el piso recargado en la orilla de la cama haciendo rebotar una pelota de básquet contra la pared-...tu madre da miedo- culminó crispando sus hombros en una manera de dramatismo.

_¿Miedo? Esa vieja da más pena que otra cosa- le siguió recostado desde su cama observando el blanco techo. De esta manera trataba de calmar su molestia por el desplante que la facultad le había hecho con su trabajo. Perdido en la nada y a la vez pensando en las palabras de su madre.

_No digas eso, ¡respeta!- regañó moviendo sus manos exageradamente con la pelota en su derecha.

_Ya cállate- dejaron el tema sanjado, para continuar con otro nuevo, ya más tranquilos y el cenizo dejando de fruncir levemente su entrecejo.

_Notaste que habían nuevos ingresos? En la hoja pude leer un par de nombres que no reconocí- comentó ahora lanzando la pelota al aire para atraparla cuando esta bajaba por la gravedad.

_No me importa, mientras ninguno se meta en mi camino- advirtió dándole una suave patada en la cabeza al pelirrojo, este se quejó para luego verle levantarse de la cama y coger su teléfono que estaba en el escritorio aledaño a esta.

F r i e n d s _ [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora