Iba de camino a mi casa, en el carro que manejaba mi papá en aquel entonces; cuando de repente te ví.
Sí, no cabe duda, fuíste tú. Solo que ya habías crecido un poco más.
Estabas llegando a tu casa, abriendo la puerta. Mientras yo, observaba y me distraía cada vez que pasaba, pues estas casualidades de saber donde vivías, el hecho de verte pasar y entrar a tu casa a la misma hora que yo pasaba en el carro, me ocurrían muy a menudo.
Confieso que nunca le dije a nadie al respecto. Solo observaba.
Hasta que un día, te mudaste. Lo deduje porque las personas que habitaban en tu viejo hogar, eran diferentes; incluso tu casa cambió...