🐾Primera Garra🐾

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┇❝Yo, tú y tú gato. ¿Qué te parece?❞

❝Patético. ¿En tú casa o en la mía?❞┇

 ¿En tú casa o en la mía?❞┇

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Uno, dos, tres. Mentalmente contaba el joven pelinegro. ¿Cómo le hacía entender a la señora Han que su pequeño hámster de nombre Pinky acaba de morir, por la caída de su bola de plástico? 

"-Señora Han, es un pesar para mí decirle que Pinky ya no esta aquí.-" Cuidadosamente entrego al pequeño animalito en una caja especial para "aquellos malos infortunios" que la clínica de animales "Vita" tenía.

"-Dios mío, nuevamente me ocurre esto, perdóname mi pequeño Pinky, no te pude cuidar.-" Una abundante cascada de lágrimas bajaba por las regordetas mejillas de aquella mujer,que con dolor abrazaba aquella caja a su pecho.

El pelinegro se quedó en blanco, aún no sabía como manejar aquellas situaciones. Sin embargo, un sollozo lo sacó de su trance, posando con delicadeza sus manos alrededor de los huesudos hombros de la contraria.

"-Descuide señora Han, Pinky no le guarda rencor, sabe que usted lo amaba con todo su corazón.-" Oh, ese definitivamente era Hajime Kokonoi, un emocional sin remedio. Y como buen emocional que era, traicioneras lagrimas amenazaban con salir de sus ojos.

Ni si quiera se dió cuenta de en que momento se retiró aquella vieja mujer, pero para esos entonces, Kokonoi ya se encontraba limpiando su roja nariz, a causa de las inevitables lágrimas que escaparon de sus ojos.

No lo podían culpar, Hajime Kokonoi era alguien muy sensible, o como sus molestos amigos los hermanos Shiba decían "tenía el corazón de pollo."

La campanilla de la puerta de entrada sonó, indicando la entrada de un nuevo cliente

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La campanilla de la puerta de entrada sonó, indicando la entrada de un nuevo cliente.

Un distraído Kokonoi limpió con rapidez los restos de sus lágrimas, en la noche podría llorarle al pequeño Pinky como se merecía. Pues el pequeño hámster había crecido casí en las manos de Kokonoi.

De reojo miró si la placa con su nombre estaba bien posicionada, pues según recordaba se había movido un poco gracias a sus incesantes intentos de apaciguar la cascada que bajaba de sus ojos.

Una vez, pudo comprobar que esta estaba en perfecto estado, un suspiro abandono sus rozados e hinchados labios, que habían sido victimas de sus dientes, en busca de callar sus sollozos.

"-Buenas tardes, en..-" Su lengua se trabo a medio camino, ¿Acaso estaba viendo a una diosa griega? ¿Acaso aquella divinidad frente a él era la conocida Afrodita? Sin poder evitarlo un sonrojo se instaló en sus pómulos el cual probablemente no se iría hasta dentro de un rato.

Para continuar hablando tuvo que carraspear, pero el pelinegro se encontraba gritando como colegiala en su interior "-¿En que puedo ayudarla?-" Dios, ahora que escuchaba con detenimiento su voz era asquerosa.

El rostro de aquella divinidad frente a él se frunció de manera brutal, sentía que lo habían visto con tanto asco que por unos instantes se sintió un perro mojado.

Un carraspeó contrario lo sacó de sus imaginaciones para nada normales "-No es ella, es él.-" Oh, era un chico.

Ahora comprendía todo, NO ERA UNA CHICA. 

Tras comprender el significado de las palabras del otro, un feroz sonrojo se abrió paso entre su piel canela.

Las palabras que intentaban salir de su boca eran completamente atropelladas, e inentendibles, según su mejor amigo, cuando se daba cuenta que la había cagado comenzaba a hablar en otro idioma.

La ceja levantada del contrario le dió a entender, que tal vez, solo tal vez... Tenía razón.

"-Oh dios mío, discúlpeme que vergüenza..-" Finalmente pudo decir palabras coherentes y entendibles. Era un genio.

"-Quisiera poder molestarme más, pero no es la primera vez que me pasa.-" Aquella divinidad subió y bajo los hombros con indeferencia, mientras en el mostrador colocaba la jaula de un elegante gato de raza "Fold Escocés" que casí podía jurar lo mató con la mirada.

"-No de verdad, me disculpo, debe de ser molesto lidiar con aquella confusión" ¡Já! un maquiavelico plan se estaba formando en su gran mente.

"-No de verdad, me disculpo, debe de ser molesto lidiar con aquella confusión" ¡Já! un maquiavelico plan se estaba formando en su gran mente

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Era tan simple que no necesitaba demasiado, las cosas debía de ser algo así:

La belleza delante de él nuevamente le diría que no había necesidad que para él era algo normal que aquellas cosas sucedieran, entonces nuestro buen amigo pelinegro, negaría nuevamente, y tras otra disculpa le propondría salir a cenar para expiar su "pecado".

Así era como se suponía saldrían las cosas.

Pero no. Él y su gordo trasero no tendría a aquella belleza entre las piernas para la madrugada.

Lo que realmente pasó fue..


VETERINARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora