Si se tuviese que empezar a enumerar lo que sentía él en ese momento obtendríamos un listado bastante corto: Enojo y miedo. El desencadenante era simplemente uno, pero eso solo bastaba para poner de pelos de punta a éste: Él no podía acompañarlo ¿Qué podría hacer su otra mitad sin él? O peor ¿Qué NO podría evitar hacer? Esa última interrogante le daba escalofríos con tan solo pensarla y hacerla presente en su mente. El Yin y el Yang habían sido creados para estar juntos, una desproporción de uno sólo lograba cosas malas.
Ahora imaginen si faltase una.
Catástrofe, pensó para sí mismo estando en lo correcto. Esto iba a ser terrible y ya tenía una idea de cómo terminarían las cosas al final de las cuentas, pero ¿Qué podría hacer él contra aquello? Ninguna solución estaba a su alcance. Lo que tuviese que ser, sería. Ya no habría vuelta atrás para nadie; la decisión estaba tomada y, cuando seres como aquellos acordaban algo, lo llevaban a cabo, sin importar el qué pasara ¡Maldición! Esto sí que iba a salir mal.
-Ra, que los daños sean lo más pequeños y pasajeros posibles, por favor. - Se dijo, mientras daba un respingo cerrando sus ojos. Él estaba sentado frente a su pequeño escritorio, intentando depositar toda su concentración en las cuantas preguntas de biología, escritas en tinta azul y garabateadas tan vagamente que representaban, claramente, que aquella materia era la última que tenía en el día... A cada "o" aplastada y cada "p" sin panza, las palabras de Yugi gritaban "¡Por favor, no nos escribas!"
Se había acomodado en aquella silla alrededor de las seis de la tarde con la intención de terminar su trabajo, pero, ahora siendo casi las nueve de la noche, su mente seguía, caprichosa, metida en aquel tema que le volaba los sesos más que cualquier asignatura escolar, y no encontraba fórmula alguna que bloqueara, aunque sea unos minutos, aquello ¿Y si le pasaba algo? ¿Y si hacía algo? ¿Y que si alguno de aquellos bastardos le hacían daño? Los mataría, o bueno, los intentaría matar.
Llevó sus manos hacia los costados de su frente, haciendo que sus codos, apoyados en la dura mesa de madera, cargaran con el peso de su cabeza. Confiaba plenamente en su otro yo... Los que le daban mala espina eran los otros dos, tan malvados con ellos solos.
En aquel momento, sintió la puerta de su baño abrirse. Llevó su mirada hacia dónde provenía el sonido para poder ver a Yami parado en la entrada. Su corazón comenzó a dar saltos cada vez más acelerados y alocados. Si bien hacía unas cuantas semanas que el espíritu tenía su propio cuerpo, no estaba acostumbrado verlo frente a frente, e inevitablemente, siempre que lo hacía, no podía impedir detener su mirada en aquel y apreciar cada centímetro de su compañero, como lo estaba haciendo en ese momento. Al darse cuenta de su descaro, le sonrió vagamente. Acto seguido, devolvió su atención a la tarea.
- ¿Qué pasa, Yugi? -Sintió como un peso se apoyaba en el respaldar de su asiento, y el suave susurro en su oído, tomándole totalmente de improviso. Un escalofrío recorrió su columna vertebral hasta hacerle enderezar. Giró su cuerpo para encontrarse a centímetros del otro rostro. Su yami acababa de bañarse y ya estaba vestido para la ocasión. Estando tan cerca de él pudo advertir un sutil aroma a jabón y almendras, lo cual hizo que su estómago gruñese.
-Nada, Faraón, estoy bien. - Le sonrió abiertamente como pleno acto de honestidad. Atem sólo entrecerró los ojos dejando a plena vista su desconfianza.
-Sabes que no me gusta que tú me llames Faraón. - Sentenció clavándole, como estacas, sus orbes carmesíes mientras cruzaba sus brazos en su pecho. - No tenemos más en Rompecabezas del Milenio, no puedo sentir directamente tus pensamientos ni tus emociones, como tú tampoco los míos, pero el lazo que nos une sigue siendo tan fuerte como siempre. Sé cuándo me mientes y cuando no.- Finalizó estampando una sonrisa media en su rostro. Yugi sólo agachó la cabeza como sinónimo de rendición, Yami como contra respuesta, rio. - Además, para que no maldigas a ningún dios por tus adentros, eres de Sagitario, mientes como el infierno.