Que animal curioso el Kelpie; un hermoso espíritu acuático cuya anatomía era similar a la de un caballo ordinario pero que podía vivir dentro de un cuerpo de agua, como aquel lago al que Nyx solía ir de pequeño.
Desde niño se sintió extrañamente conectado a esas escurridizas criaturas que rara vez se mostraban ante cualquier otro ser viviente. Hacía siglos que esos espíritus del agua habían dejado de aparecer ante los humanos. Hasta que Nyx apareció y se convirtió en amigo de uno.
El lago Lynas, a las afueras del pueblo escocés en el que creció, era su hogar y por alguna extraña razón, el kelpie no le temía.
Cuando Nyx lo encontró a orillas del lago sí que se asustó porque, claro, era la primera vez que veía uno que no estuviese pintado en un lienzo o tallado en piedra. Su imponente figura lo sorprendió pero no se dejó intimidar demasiado. Esa tarde permaneció unos diez minutos observándolo desde la distancia y se marchó. Al día siguiente recogió unas manzanas camino al lago y volvió esperando encontrarlo otra vez y, curiosamente, él estaba allí.
Cada día lo visitaba e intentaba acercársele más, y cada día lo lograba. Así, al final de la segunda semana, Nyx ya se encontraba apoyando su mano en el hocico del espécimen. Y al finalizar el primer mes, se había ganado su confianza, permitiéndole montarlo a través de las aguas del Lynas, sentir la libertad que él sentía, percibir el viento en la cara y las olas humedeciendo sus pies y el dobladillo de sus pantalones.
Nyx lo nombró Fulgur, que significa "rayo" en latín, porque su cara estaba dividida por una mota blanca similar a la forma de un rayo atravesando el cielo en un día de tormenta.
Fulgur fue más que un animal salvaje, más que un espíritu acuático y más que cualquier mascota que Nyx pudiese haber tenido. Él era su amigo y, aún hoy, lo recuerda con cariño.
![](https://img.wattpad.com/cover/196392244-288-k698829.jpg)