«¿Amor? ¿De qué hablas? No tengo tiempo para esas cosas»
Ambos negaron a sus amigos mientras sus miradas se cruzaban de extremo a extremo de la cafetería.
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El descanso estaba terminando. Los murmullos y risas entre los estudiantes de los pasillos eran igual que moscas zumbando de aquí para allá. Había tenido que hacerle el favor a su profesora de entregar ciertos documentos en las oficinas que estaban cerca de las clases de apoyo y generales. Su charla no tenía ni pies ni cabeza, variaba cada tres pasos que daban.
— ¿Por qué no? – Preguntó su amigo rubio.
— ¡Vamos, Shota! – le ánimo el de orbes azules.
— Es una tontería, solo sigamos como si nada hubiese pasado - propuso en tono cansado.
El trío de amigos comenzó a caminar alejándose del salón del curso de apoyo de la clase de héroes. Era su último año. El cual dos de ellos estaban dispuestos a disfrutar mientras otro solo quería llegar a sus prácticas para después retirarse a su casa y caer dormido. Los pasillos de la academia estaban inundados de alumnos de cada clase. La hora de almuerzo estaba llegando a su fin; muchos alumnos buscaban llevarse algo para comer durante las clases y esperar no ser descubiertos.
Una voz animada resonó detrás de ellos, alcanzandolos en el preciso momento en que pusieron un pie en la escaleras. La chica de cabellos negros casi provoca que los cuatro cayeran; de no ser por el peliazul y su singularidad todos tendrían cuando mucho raspones y algún brazo quebrado.
— ¡Alguien está muy animada hoy! – habló el rubio mientras ayudaba a sus amigos a ponerse de pie.
— ¡Lo conseguí!.
— ¿Qué cosa? - preguntó molesto el pelinegro.
— Uy, lo siento, ¿hoy tampoco estás de humor? – bromeó la chica.
— ¡Ya suéltalo, Nerumi - gritó ansioso el azulado.
— ¿QUÉ MAS VA A SER, OBORO? – gritó molesta.
— ¿Permiso? – preguntó el rubio en forma de adivinanza esperando acertar, cuando su amiga asintió repetidas veces este se emocionó mucho más.
— ¿No se supone que ese ya lo teníamos todos? – preguntó shota.
— ¡Yo aún no pido permiso! – gritó de manera paranoica el azulado.
— Solo vayamos a clase – dijo cansado – te veremos después Nerumi.
Los tres se despidieron de la femenina para seguir con su camino hasta su aula. Su profesor ya había entrando, les recibió de mala manera al ver que el trío estaba presente en el salón y como si fuese poco habían llegando tarde. No dijo nada, dió su clase como de costumbre para al final antes de salir darles una mirada molesta a los chicos «Los tres, vengan conmigo» dijo antes de salir por la puerta del salón.
El de orbes azules y su compañero rubio intentaron convencer a su profesor para librarse del castigo, mientras que el pelinegro caminaba detrás de ellos a un paso lento y sin prisa. Era costumbre ser llevados a detención, aunque no podía ser corrido ya que sus calificaciones eran bastante buenas además de que se desempeñaba bastante bien en sus clases de entrenamiento para héroes. Lo reconocía, su actitud era un asco pero tampoco iba a descuidar la escuela, mucho menos iba a dejar solos al par de cabezas huecas que estaban enfrente de él sujetando el pantalón de su profesor casi mostrando sus calzoncillos enfrente de toda aula y pasillo por donde pasaban.