Harry miraba el reloj del salón de clases con desesperación, el verano estaba apunto de comenzar y él ya no esperaba para poder quitarse el maldito uniforme de aquel estúpido colegio. Era su último día ahí, ya jamás volvería a pisar el internado en el que había estado encerrado por años. Por fin sonó la campana que anunciaba el final de las clases, no lo pensó dos veces cuando salió del salón casi volando hacia su dormitorio, tenía la maleta ya lista, su chófer tenía horas esperando en la puerta del colegio para llevar a Harry directo a la estación de trenes tan pronto se subiera al coche.

Era la primera cosa buena que Harry sacaba del divorcio de sus padres, su mamá se había regresado a su pueblo natal a vivir con la abuela de Harry. Hacía mucho tiempo que no veía a su mamá y la extrañaba, y ahora se iría a vivir con ella, también estudiaría en una escuela normal, con personas normales y no niños riquillos y odiosos a los que tanto odiaba. Aunque el papá de Harry tuviera mucho dinero, el jamás se sintió parte de ese mundo. 

Al fin en el tren, se colocó los audífonos y empezó su camino hacia Holmes Chapel. Con quince años, se sintió un poco más libre.

En otro lado, había un Louis Tomlinson, un poco más aliviado de que por fin empezara el verano, ya no se tendría que preocupar por los exámenes, ni de llevar a sus hermanas a la escuela, ni siquiera habría prácticas de fútbol. Podría relajarse y salir con sus amigos los días que quisiera, aunque también sabía que tendría que conseguir un empleo para el verano, no podría dejar a su madre sola con las responsabilidades de la casa mientras él holgazaneaba todo el verano. 

Ese mismo día después de salir de la escuela, Louis se dispuso a regresar a casa con un empleo de verano, era el último verano antes de entrar al último año de preparatoria, tendría que ahorrar un poco de dinero para la universidad también. Lo primero que se le ocurrió fue ir a la estación de trenes, el novio de su madre era gerente ahí y seguro le conseguiría un trabajo. Así Louis tomó su mochila, salió del saló de clases, vació su locker y emprendió camino hacia la estación de trenes. 

Le costó encender su destartalado auto, pero al final, con las complicaciones que éste le daba siempre, logró llegar ahí. Aparcó y se dirigió hacia la tabla de anuncios, seguro ahí anunciarían algo; no encontró nada, no le quedó más remedio que ir a las oficinas para ver a su futuro padrastro Daniel. Cuando por fin lo encontró, se saludaron cordiales e incómodos. 

-Hey, Louis. ¿Tu mamá te dijo que vinieras?
-Amm, no, de hecho agradecería mucho tu discreción.
-¿Por qué?
-Verás, necesito encontrar un trabajo este verano. Iré pronto a la universidad, no puedo dejarle todo ese gasto a mi mamá.
-¿Y recurriste a mí para eso?- Daniel se sintió ilusionado y decepcionado al mismo tiempo. Ilusionado porque eso significa que el mayor de los hijos de la mujer a la que tanto ama ya confía en él, pero triste porque no podría conseguirle ningún empleo al chico. Louis rodó los ojos cuando oyó el tono de voz de Daniel.
-Meh, sí, supongo que eso hice. 

Daniel le dijo a Louis que desgraciadamente ya no había empleos, muchos de los chicos habían llenado las vacantes semanas antes y tenían al personal completo, el ojiazul bufó, soltó un descuidado "Como sea" y salió de las oficinas. Louis sabía que no sería tan fácil conseguir empleo, mucho menos al primer intento, pero creía que el novio de su madre intentaría ganar puntos con él y así conseguirle trabajo, no le estaba pidiendo dinero, le estaba pidiendo ayuda para una causa noble ¿no?

Antes de regresar a su coche para considerar más opciones de trabajo, Louis se quedó parado enfrente de los andenes, quería calmarse un poco, sabía que manejar estresado no era bueno y él no quisiera ganarse una multa por conducir a gran velocidad. Se sentó en una banquita para ver a los pasajeros bajar de un tren que recién llegaba, notó que este venía de Londres. Un recuerdo efímero le llegó a la cabeza, alguien que él conocía se había mudado a Londres hacía ya mucho tiempo, pero no se acordaba de quién se trataba. Ya más calmado, decidió que era hora de regresar a su auto y seguir con su tarea de conseguir trabajo, pero al pararse de donde estaba sentado, chocó con alguien. "Hey, ten más cuida..." se trataba de un chico, llevaba una hoodie roja, un beanie negro del que se le escapaban algunos rulos color miel, también era más alto que él y tenía unos ojos verdes claros muy profundos. El chico le sonrió a Louis, después susurró un "Lo siento" y corrió hasta la salida de la estación. 

Louis no pudo articular ninguna palabra en respuesta, no le había dado tiempo, pero sobre todo se quedó anonadado ante la imagen del chico con el que tropezó. Sintió mil cosas en pocos segundos, era una parte de nostalgia que desconocía, se le calentó el pecho y su corazón empezó a latir fuerte. 

¿Quién era aquel chico y porqué parecía tan repentinamente importante? 

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