Harry se encontraba en frente la que sería su nueva casa, era más grande de lo que recordaba, aunque ni siquiera era equiparable a la casa de su padre en Londres. El chico suspiró y decidió tocar la puerta, no esperó más de dos segundos cuando su mamá apreció  en el marco lista para abrazarlo, "Por fin estás aquí, no lo puedo creer" dijo ella, "Hola mamá, yo también te he extrañado", se adentró en la casa y saludó a su abuela, que también estaba ansiosa por ver a Harry. 

Ya que era tarde, su mamá le sirvió de cenar y para él fue lo mejor del mundo. Estaba harto de la comida del internado, por más caro que fuera servían comida de porquería, y obviamente no hay comida como la de mamá. Harry se sentía aliviado de estar aquí, de tener su propia habitación y no tener que compartirla con cuatro hombres más, era asqueroso. Mientras cenaban, Anne le dijo a Harry que se tendría que adaptar al estilo del pueblo y hacer lo que los chicos hacen ahí durante e verano, para que lo conocieran bien y no tuviera problemas al entrar a clases al final del verano, eso significaba que tendría que conseguir un empleo, su abuela ya había hablado con la dueña de una panadería para que fuera el primer trabajo de Harry. Al chico no le pareció mala idea pero quería tener tiempo para recorrer el pueblo, igual no creía conseguirlo en el primer día. 

Al final subió a su habitación, cansado por el viaje, listo para dormir. Cuando entró, recuerdos de su niñez lo golpearon, en las paredes había posters de dinosaurios y bailarinas de ballet,  había mil cosas, lo único que le cambiaron fue la cama por una más grande, pero fuera de eso todo seguía igual. Al momento de acostarse, se dio cuenta que en uno de los burós había una foto enmarcada, en ella había dos niños y uno de ellos era él, pero ¿quién sería el otro niño? tenía unos grandes ojos azules y nariz pequeña; estaban abrazados, sentados en el mismo columpio. Harry sintió como su corazón daba un vuelco, porque al ver la foto, el recuerdo del chico con el que se tropezó en la estación de trenes se instaló en su cabeza y no pudo dejar de pensar en él hasta quedarse dormido.

Al día siguiente, la alarma de Louis sonó estrepitosamente en su oído, para muchos sería el primer día de verano para descansar, pero para él significa salir a buscar trabajo. Se levantó de la cama, tomó una ducha rápida y salió de la casa antes de que sus hermanas y su mamá despertaran, no sin dejar una nota de aviso sobre la mesa.

Louis esa mañana ya había ido a cinco lugares diferentes, una cafetería, dos tiendas de ropa, el supermercado y a una tienda de colchones; nada, todos estaban ya tomados. Con el poco dinero que traía se compró un café y decidió ir al parque para  pensar en más lugares en los que podría pedir empleo. Se sentó en un columpio, estaba demasiado distraído para pensar estratégicamente, su teléfono empezó a sonar y era Zoey, una chica con la que había empezado a salir pero se estaba volviendo muy rutinaria la relación, salían después de la escuela, iban a casa de Louis, veían películas, se quedaban dormidos y al final la llevaba a su casa, ella era genial pero Louis se empezaba a aburrir de eso, además de que ahora no tendría tiempo para esas cosas. Decidió no contestar.

Louis espabiló y se dio cuenta de algo, el chico con el que había tropezado ayer en la estación estaba cruzando la calle con dirección al mismo parque en el que estaba él, llevaba en esta ocasión una playera blanca, un beanie gris, pantalones ajustados y tenis deportivos, también llevaba un libro en manos. Louis no sabía qué le pasaba o porqué se fijaba en cada detalle de ese chico, ni siquiera anoche pudo dejar de pensar en él. Su cabeza le repetía que era alguien con quien ya estaba familiarizado, incluso había una pequeña y tenue voz dentro de él que le decía que entablara conversación con él.

Harry se había sentado bajo las sombra de un árbol, se disponía a leer su libro cuando sintió una mirada penetrante sobre él, levantó la vista e hizo contacto visual, era el chico de la estación de trenes, sus ojos azules relucían aún cuando la distancia era considerable entre ambos. Harry no se sintió incómodo, así que le regaló una sonrisa discreta al chico, pero éste se cohibió y miró hacia otro lado, el ojiverde suspiró, supuso que aquel chico no quería eso ¿Tal vez le caía mal? ¿Pero, por qué? Harry volvió a su libro, pero tras un rato volvió a sentir la misma mirada sobre él. 

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