3:46 AM, abrió sus ojos de golpe, su respiración estaba agitada y su corazón latía ferozmente; había despertado de una pesadilla, la cuarta en lo que va de la semana. Sus mejillas estaban humendas y de sus ojos no paraban de salir lágrimas. Se sentó en la orilla de la cama y tomó su móvil de la mesita de noche, al ver la imagen de fondo las lágrimas volvieron a salir sin control, acompañadas de sollosos y ligeros hipidos. Eran Pamela, Gael, Axel y él en alguna de sus primeras semanas como agentes federales, después de haber tomado confianza entre ellos; los mejores amigos que pudo pedir... Desde el fallecimiento de Pamela y Gael su vida comenzó a ir en decadencia, sus pesadillas volvían dia con dia sin descanso, y Axel... bueno, él comenzó a distanciarse de todo el mundo, al punto de no saber nada de él desde hace un par de días.
Secó sus lágrimas con la manga de su pijama y bloqueó el celular, posteriormente se recostó en su cama mirando al techo, cerrando los ojos en el proceso para intentar conciliar el sueño como si por arte de magia eso fuera a suceder.
5:40 AM, una ruidosa alarma resonó por toda la habitación. El rubio se levantó de la cama desganado, con el cabello hecho nudos y unas notables ojeras; caminó perezoso hasta el baño, donde se dispuso a lavar su rostro con agua fría. Salió de aquél cuarto para dirigirse hasta el armario, donde sacó un par de prendas cómodas. Retiró su pijama y una vez semi desnudo se miró en el gran espejo frente a él.
Observó cada una de las marcas en su rostro y partes de su cuerpo con repulsión, mientras pasaba una de sus manos por su cara, tocando aquellas horribles marcas, marcas que eran un constante recordatorio de su pasado. Se colocó la ropa que había sacado anteriormente junto con su distintiva mascara y salió del apartamento. Hoy será un dia largo.
...
En un taxi camino a la sede comenzó a mirar por la ventana, intentando distraerse de todos los pensamientos intrusivos que llegaban a su mente, pero nada ayudaba, el mundo se veía gris a sus ojos.
Salió del vehículo y sacó su billetera para pagar lo indicado por el conductor, una vez este se retiró de la zona el enmascarado se dirigió a la entrada del edificio principal, logró divisar en la lejanía a aquella persona que confió en él para ayudar en el buró federal, su jefe. Un grito proveniente del gran edificio hizo que saliera de sus pensamientos, al reconocer aquella molesta voz frunció el ceño por debajo de la mascara, era Maia.
- ¿¡Jotaa!?... ¿¡Jotaaa!?
Rodó los ojos y se acercó a ella - Señorita Maia... ¿Qué necesita?
- Jota, ahí estas. Llegas tarde -
- Lo lamento, el taxi se demoró un poco más de lo usual en lle-
- Si, si, lo que digas - Interrumpió la mujer sin darle importancia a las palabras del enmascarado - Necesito que me traigas un café, ya sabes cómo me gusta -
Bufó por lo bajo y fue al edificio de al lado para entrar en servicio, después se dirigió hasta el vestidor y ponerse su uniforme, una vez puesto caminó hasta la cafetería del edificio, donde preparó el dichoso café que le pidió su superior.