Para pertenecer al club de los rechazados sólo tenías que cumplir dos requisitos: haber fracasado en el amor y ser varón. Chloe Bourgeois sólo cumplía uno de ellos.
Personajes propiedad de Thomas Astruc
Historia original mía, no se permite el plagio...
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En la semana Chloe logró hacerse de un teléfono nuevo con ayuda del mayordomo. Los únicos números que tenía registrados ahí era el de Luka, el molesto taxista y Jean Pascal.
A pesar de ello y de que ya tenía todo el perfil falso creado, Chloe no se atrevía a mandarle ni un sólo mensaje a Luka; pero tampoco quería decepcionarlo.
Adrien había intentado más de una vez hablarle, cada vez que se topaban a solas en la escuela él hacía sus intentos; y aunque la rubia sabía que no era su culpa, la verdad no quería hablar con él por todo el caos que se había creado a partir de su rechazo.
Pero tenía que hablar con él y lo sabía, dentro de todo eran amigos, y no estaba bien tratarlo así por sus conflictos familiares.
—¡Chloe, mi niña!— esbozó André Bourgeois con una enorme sonrisa entrando a su suite, con el mayordomo caminando en silencio detrás de él.— Tu asesora de imagen me ha dado una idea tremendamente buena.— por supuesto, la anciana decrépita que había estado con ella hablándole por horas sobre cómo debe actuar frente a las cámaras.— ¡Te meteremos a un curso de lenguaje de señas!
Chloe no pudo evitar mirar de reojo a Jean Pascal quien le ofreció una pequeña sonrisa. No sabía cómo había logrado convencer a la señora, pero había sido un enorme genio.
—¿Ah, sí? ¿Por qué?— no tenía que aceptar con entusiasmo, no quería que fuera bastante obvia su alegría.
—Los medios amarán que la hija del alcalde esté interesada en la población vulnerable. No hay nada que gane más a aceptación que un padre que ha criado a una hija hermosa con corazón de oro.
¡Ja, ella con corazón de oro! Se rió de sí misma con un poco de cinismo.
—¿Y desde cuándo tengo que ayudarte a tu campaña política?— cuestionó Chloe sin regresarlo a ver.
—Oh, mi niña, tu mera existencia fue sólo con esa intención. Y tú harás lo mismo con tus hijos algún momento, sólo tenlo siempre en mente.— sabía que para estas alturas de su vida ya debía estar acostumbrada, sin embargo no dejaba de doler que todos esos buenos momentos que ella pasó cuando niña fueron sólo una ilusión.
—Como sea.— se limitó a responder.
—¡Perfecto!— exclamó.— Tus clases inician a partir de mañana. El mayordomo te acompañará hasta allá.— lo volteó a ver de reojo.— Sin ningún pago extra ¿Entiendes?
Chloe no pudo evitar sentir cierta cólera al ver tratar así a Jean Pascal ¿Cómo se atrevía a denigrar a alguien que había sido siempre leal a ellos? Aún así el hombre sólo asintió. La rubia decidió tragarse sus sentimientos.
—¿Y por qué no clases privadas? Tenemos el dinero para costearnos algo así.— le cuestionó. André se cruzó de brazos.
—El pueblo ha estado cuestionando demasiadas cosas, así que todo acto de caridad que hagamos, debe ser público y visto ante las cámaras.
