Para pertenecer al club de los rechazados sólo tenías que cumplir dos requisitos: haber fracasado en el amor y ser varón. Chloe Bourgeois sólo cumplía uno de ellos.
Personajes propiedad de Thomas Astruc
Historia original mía, no se permite el plagio...
Aquel beso con Gerald se había vuelto un silencioso martirio al que no le podía llorar como era debido. No quería ni siquiera que Jean Pascal se diera cuenta de lo mal que se sentía, mucho menos su padre o Sabrina.
Quizás no era para dramatizar demasiado, pero aún de vez en cuando sentía la asquerosa lengua del pelirrojo ingresando a su boca y moviéndose como lombriz.
Pero cuando el dolor amenazaba su alma, aquellas dulces palabras de Luka volvían a su mente como si fuera anestesia. La quería a su lado, para toda su vida.
¿O lo quería? Aunque sabía que aquello debía preocuparle, intentaba evadir el tema.
—Señorita Bourgeois ¿Me permite unas palabras con usted?— preguntó Jean, quien estaba conduciendo el auto que llevaba a Chloe hasta sus clases de lengua de señas.
—¿Qué sucede?— respondió sin despegar su vista de la ventana del auto. Jean suspiró.
—Últimamente la he visto muy distraída. Me alegra poder ayudarla en tener ¿cómo lo llamaríamos? un descanso de su pesada rutina como hija del alcalde, aunque sea a escondidas de su padre; pero me empieza a preocupar que eso en vez de estarla beneficiando, le esté perjudicando emocionalmente.
Chloe escuchó cada una de sus palabras, las repasaba. Comprendía su preocupación y a la vez la hacía sentir querida, pero procuraba no demostrar mucho lo bien que eso la hacía sentir.
—¿A qué va todo esto?
—Yo he respetado su privacidad, señorita, y no le he preguntado nada sobre sus experiencias cuando está de incógnito. Pero el hecho de que esas experiencias de algún modo afecten su estado de ánimo me hace sentir obligado a cuestionarle sobre ello, para siquiera estar enterado de las situaciones a las que se está enfrentando y poder serle de mejor utilidad.
—¿Lo que estás queriendo decir es que quieres que te cuente cómo me va para quitarte tus preocupaciones?— el hombre asintió. La rubia sabía que era lo mínimo que le debía después de todo su apoyo, pero no se sentía lista ahora, y menos con lo que acababa de pasar.— No es nada de lo que debas preocuparte, en serio, pero han sido muchas cosas y no hallo por donde empezar ¿Te parece si lo hablamos luego?
