"Celeste claro" parte uno

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"Otro, otro día más en el que me costaba levantarme de la cama. Todo lo que hacía era, sin ningún sentido alguno. Nada tenía sentido ahora que él ya no está a más a mi lado".



Era muy temprano, 5 de la madrugada. Las luces incandescentes me cegaban la vista. Pero aún así seguía caminando a paso rápido por aquél pasillo interminable. Las voces de fondo me aturdian los oídos, aunque sean susurros. No podía creer lo que estaba sucediendo, no lo podía relacionar con algo real. Los médicos corrían, no se a qué habitación querían llegar, tampoco estaba consciente del tiempo como para calcular hace cuánto tiempo estábamos corriendo a través de los pasillos, doblando en esquinas, pasando de largo otras habitaciones en las que la gente lloraba de tristeza por algún ser querido, o lloraba de alegría porque alguien se quedaría con ellos. En mi caso, no entendía la situación, ¿qué demonios estaba sucediendo? ¿cómo todo pudo terminar así? Y yo ni me había enterado. Todo este tiempo estuvo ocultandomelo, yo como si nada, pensando que todo era perfecto y que nada nos iba a poder separar, pero claro, este es el mundo real. Y algo tenía que arruinar toda esa felicidad que había acumulado junto a él. Ya sabía que algo así podría llegar a pasar en algún momento, pero nunca me imaginé que de verdad pasaría, o como sería, y que ese momento sería ahora, y así de terrible y catastrófico.
Pasaron, no se, unas dos horas desde que él estaba internado, no me dignaba a mirar el reloj. No me dignaba ni a abrir los ojos. No quería voltear y verlo ahí, acostado, cubierto de tubos, con la piel pálida y sin color, sus preciosos ojos celeste claro estaban completamente cerrados, sin poder brillar ni poder expresarme nada, como siempre lo hacía. No me atrevía a mirarlo, era incapaz. Pero a la vez sentía la necesidad de abrazarlo y no dejarlo ir nunca más, aunque ahora mismo se me estuviera escapando de las manos. Esa sensación es simplemente indescriptible.
Argentina está internado en un hospital, está inconciente. Esa simple oración, solamente razonarla en mi cabeza hizo que me inmovilice. Hasta que una voz apagada y oscura me despertó de mi mente, estaba tan concentrado pensando que no había escuchado que me hablaban.

—Disculpe, señor.—pronunció el médico aclarandose la garganta.
—Oh, si, lo lamento—le respondí, alzando la cabeza.
—No se preocupe, entiendo la situación por la que está pasando, quería hablar con usted sobre el paciente, podemos ir afuera?—
—Si, no hay problema.—dije mientras me levantaba de mi silla y le hacía señas a los demás que estaban en la habitación, que eran unos amigos y familiares de Argentina.

El médico me abrió la puerta y me hizo pasar, luego salió él, cerrando la puerta con un golpe fuerte. Estábamos en el pasillo, dónde habían personas en sillas de ruedas, enfermeras, médicos, pacientes, y familiares de ellos. Me ofreció un vaso de agua fría de un dispenser que había al final del pasillo de ese sector. Terminé mi vaso, aunque realmente no tenía sed. A pesar de todo el médico se veía bastante despreocupado, supongo que esto era así porque es su profesión y debe vivir ese tipo de cosas todos los días, debe ser traumático. Me sorprendió que no me hable sobre lo que tenía Arge, se puso a intentar darme apoyo y que me tranquilizara, no necesitaba eso de un doctor, quería saber que pasaba, estaba harto de que no paren de dar vueltas. Trataba de prestar atención a lo que me decía sin estallar en furia. Cuando terminó de hablar se me hizo inevitable hacerle la maldita pregunta.

—Y entonces, cuánto tiempo le queda?—

En ese entonces el doctor se puso más inexpresivo de lo que estaba antes, pero pude ver como fruncio su ceño, me compadezco de él. Suspiró, y soltó una oración fuerte, pero como si fuera algo de todos los días, como si no le importara nada lo que pasaba en ese momento, o quizás simplemente así lo vi yo. De todas maneras debo admitir que eso me molestó.

—Aún no estamos seguros, debemos esperar unos días para saber que es lo que le pasa exactamente, a penas nos enteremos le haremos saber.—
—Y si no hay tiempo? Y si no pueden esperar unos días? Que van a hacer? Van a dejar que se muera sin saber que mierda es lo que tiene?...—proteste.

Admito que me pasé de la raya, no está bien hablarle así a nadie, y menos si está haciendo su trabajo, pero estaba harto, quería saber lo que tenía Arge y ayudarlo, quiero que siga junto a mí por siempre y poder cuidarlo a partir de ese entonces. Mi cuerpo se tenso de repente.

—Lo lamento, no debí hablarle así—me apresure a disculparme antes de que me responda, con la cabeza baja.
—Mira, haremos lo posible para descubrirlo entre hoy y mañana, trabajaremos duro para que puedas saber que le está pasando, ahora debo seguir trabajando.—

Se despidió de mí y se dirigió hasta otra habitación, pude verlo alejarse por el pasillo. Saqué un cigarrillo de mi bolsillo y un encendedor,  y me puse a fumar al lado de la ventana, quería olvidarme un poco lo que estaba pasando, aunque esa no era la mejor manera. Si Arge estuviese al lado mío seguramente me habría dicho que apague el cigarrillo, y que no me hace bien fumar, pero no estaba al lado mío en ese momento.
En la esquina en donde estaba, me encontraba en medio de dos puertas de habitaciones distintas. En una de ellas, la puerta que estaba a mi izquierda se abre, en el que sale una chica de aproximadamente mi edad y se para a un costado mío, apoyada contra la pared, como yo estaba, el dispenser de agua estaba entre nosotros dos y ella se sirvió un vaso de agua, de hecho, tomó dos. Tenía ojeras en su cara y no se veía para nada bien, trataba disimuladamente de mirar lo que hacía, luego sacó su celular unos segundos y lo volvió a guardar en su bolsillo. Estaba seria, hasta que luego de unos minutos se abre la misma puerta de la que ella salió. Y en ese instante sale una niña de casi 5 años diría yo, que al parecer estaba en busca de ella, según mi parecer estaba buscando a su hermana mayor. En el momento en el que la niñita vio a su hermana, su rostro se iluminó con una sonrisa, y en ese entonces una imagen de hace mucho tiempo reapareció en mi mente.
La joven que estaba apoyada en la pared junto a mí al ver a su hermanita sonrió ampliamente y la recibió con un fuerte abrazo, eso me enterneció, y raramente una lágrima se escapó de mi ojo, bajando por mi mejilla y terminando en el piso. Quizás estaba simplemente cansado y sensible. Me la saqué rápido y apagué el cigarrillo. Me dirigí a paso lento hacia donde estaba mi amado, traté de espiar a través de la puerta de esa habitación de donde salieron las dos chicas, aprovechando que la menor había dejado un espacio antes de cerrar la puerta, pude ver tres personas agachadas sobre alguien acostado en la camilla, dos de ellas estaban llorando. Aleje mi vista de ese lugar, y ahí terminé de comprender todo. Mire hacia delante y me encontré con la puerta de la habitación en la que estaba Argentina. Entré sin hacer mucho ruido, al parecer los demás se habían ido y Arge estaba solo. Corrí la cortina, y cuando mis ojos apuntaron a él, no pude aguantar más mis lágrimas.




Holaa, todo bien?
Bueno, espero que te haya gustado este capítulo... nos vemos en el siguiente! 😽

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