Megumi Fushiguro

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—¿Has escuchado? La niña que va por allá, dicen que perdió a toda su familia, es de mal gusto y aparte se dice que vive con un hombre. El hijo bastardo del segundo esposo de su madre—

Eran rumores, rumores que se esparcían como enfermedades, podría ser un martirio, pero escuchaba eso todas las mañanas; aún así, a pesar de que la historia pasaba en boca en boca como un rumor, lo que decían no era mentira. Su familia había muerto hacia ocho años de formas misteriosas, sus cuerpos fueron encontrados mutilados he irreconocibles al pie de una montaña lejana, ella no estaba con ellos para esos momentos, se había quedado en casa debido a que había pescado un resfriado, el único sobreviviente era su hermanastro, Megumi, había sobrevivido de milagro, corriendo por todo el bosque, fue quien aviso sobre el hecho; desde entonces debió cuidar de sí misma y de su hermanastro, a pesar de que realmente no tenían alguna conexión sanguínea real, chocaban con la casualidad de ninguno tener más familia, así que se cuidaban mutuamente, para preservar su salud, seguridad y su más grande secreto.

—Estoy en casa—Aviso, quitándose el abrigo, dejándolo en el perchero, dejando sus zapatos en la entrada y su mochila a un lado.

Sus palabras sonaron por el espacio vacío, curiosa de que Megumi no le recibiera, subió las mangas de su suéter y puso sus manos en su cadera, el había hecho algo malo. El pequeño rastro de sangre se lo delataba. El olor llego hasta su nariz, dejando que hiciera una mueca en respuesta. Se acercó hasta la escena de los hechos, abriendo lentamente hasta encontrar a Megumi en un rincón con la boca ensangrentada y las manos en la espalda.

Ya tenía veinte años, Megumi de hecho era dos años mayor, pero aún así el parecía ser un pequeño niño asustadizo.

T/N camino hasta adentrarse, llegando hasta estar a una distancia prudente, se puso de cuclillas y miro fijamente al pelinegro que permanecía con la cabeza baja.

—¿Qué tienes tras la espalda?—Cuestiono, sin recibir respuesta alguna. T/N se levantó, caminado con gracia hasta uno de los estantes de aquella habitación que funcionaba como cuarto de limpieza, tomando un envase con cloro, decidió abrirlo—Si no me muestras, te obligaré a oler esto—Megumi levantó la mirada rápidamente, dudoso, trago saliva al ver lo que tenía en las manos instintivamente llevo sus manos para tapar su nariz, tirando lo que había estado escondiendo. T/N se quedó mirando el suelo, era un ave, el canario del hijo pequeño del vecino de en frente, aún no moría, pero parecía a punto de morir, sus ojos corrieron hasta chocar con los asustadizos del joven—Vamos a curar a este animal.

Se agachó hasta cargar al animal en sus manos, con cuidado, lo llevo hasta el baño y saco de allí algunos instrumentos.

—No quiero que te acerques hasta que termine, ve al lavabo del segundo piso y dúchate, hueles feo—Megumi asintió, corriendo hasta el segundo piso.

T/N hizo los procedimientos básicos, limpiar y cubrir la herida, dar un poco de agua pero el animal no parecía responder. Vio su mano por un instante. Su familia y la del padre de Megumi no eran normales, para nada, su madre le daba de comer su sangre a animales heridos, incluso al padre de su hermanastro, y el padre de Megumi, como el mismo Megumi poseían una fuerza descomunal, seguido de una extraña incapacidad para socializar correctamente, igual que un apetito extraño por la sangre y el poco control en si mismos. T/N cerró la puerta, poniendo el seguro, saco una hoja de afeitar y con cuidado abrió un pequeño corte, acercando la diminuta gota que iba a caer al pico abierto del ave, la sangre callo, permitiéndole al ave saciar el dolor que le pulsaba el cuerpo.

Debía regresar ese animal pronto.

[...]

Cerró la puerta tras de sí, volviendo a dejar el abrigo en donde debía estar, mirando por el rabillo del ojo a Megumi. Llevaba un suéter enorme, con unos jogger negros y los pies descalzos, en sus ojos había una mirada de miedo y arrepentimiento.

𝔼𝕣𝕠𝕥𝕚𝕔 ℙ𝕝𝕒𝕔𝕖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora