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Chuuya camino con la mirada perdida hacia lo que él creía que era la calle principal, aunque, al estar en medio del campo, no es como si personas fueran a pasar, y eso era bueno, no sería nada bueno que vieran a un niño caminando cubierto de sangre sin rumbo
En su estado de shock tropezó con una pequeña piedra, cayendo bruscamente al piso lastimando sus manos con las pequeñas piedras que había en el camino. El niño no se levanto del suelo, solo se sentó mientras la lluvia comenzaba a caer a su alrededor, esa intensa lluvia era la oportunidad perfecta para llorar y que las lágrimas se fueran al olvido, y, aun así, el pequeño pelirrojo no estaba llorando
El eco de unos pasos apresurados se escucharon, deteniéndose a pocos centímetros del niño quien no reaccionaba a nada, al menos hasta que la nueva persona lo llamo
- No debías estar aquí, Chuuya - esa voz resonó con una fuerza que logró que el niño levantara la mirada incluso cuando su cuerpo temblaba por el shock
- Están... muertos – susurro sin comprender del todo lo que había ocurrido, su mirada se dirigió hacia un pequeño charco que había formado el agua, observando su reflejo sin reconocerlo por la sangre que lo cubría y que la lluvia solo había logrado diluir. Con una de sus pequeñas manos toco su rostro ¿Por qué era que tenía sangre? - Yo no... Yo no fui...lo juro... Yo no quería hacerles daño - susurro el niño comenzando a temblar, por fin una reacción a los que le había ocurrido
Escucho un suspiro antes de que se viera atrapado en suave abrazo que logró que las gotas de lluvia dejarán de empaparlo, siendo ocultado entres esos brazos en lo que siempre había confiado
- Lo sé, ¿Por qué el niño que siempre se ha negado aceptar que solo a través de la muerte existe una libertad les quitaría la vida a tantas personas? - la voz era firme, con cierto acento pero que transmitía solo cariño por el niño, quien solo entonces rompió en llanto
- Lo siento mucho, hermano - se disculpó escondiendo su rostro lleno de lágrimas en la única familia que tenía - Lo siento mucho
El pelirrojo abrió los ojos de golpe sintiéndose extraño por el nostálgico sueño que había tenido, aunque no sabía si podía llamarlo así, después de todo, él no soñaba... solo veía de vez en cuando uno que otro recuerdo de su vida y, no podía llamar a eso un sueño
- Me pregunto...Por qué...- sin querer algunas palabras escaparon de sus labios antes de que negara con la cabeza. Bien, eso no importaba por ahora
Su mirada se dirigió hacia la ventana de su habitación en la Port mafia, estaba atardeciendo, para una persona con un trabajo normal eso significaría el término de un día, pero, para los que estaban dentro de la Port mafia, se entendía que el comienzo de sus actividades laborales. Aunque, Chuuya siempre comenzaba un poco antes su rutina, no necesitaba dormir tanto, tampoco es que pudiera, después de todo estaba a cargo de la seguridad del heredero de la Port Mafia 24/7 y solo se permitía una o dos horas de sueño cada dos días... Cuidar de Dazai Osamu no era nada fácil
