2.

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Si tan solo supieras que todas las mañanas me pongo lo más bonita que puedo y me visto con la ropa más linda para que me veas y pienses bien de mi.
Claro que tú no te imaginas que todo lo que me arreglo es por ti.

Esta vez te sentaste y apoyaste tu cabeza de lado en el cristal de la ventana.
Bostezaste haciendo empañar el vidrio. Un acto que me produjo tanta ternura al punto de lograr dejar mis pupilas inundadas.

Mientras te aprecio desde aquí, me miras de repente y vino el contacto visual. Luego de poco, suspiras. Cerré mis ojos con vergüenza y al abrirlos te noté apartar los tuyos con incomodidad.

Tomando un respiro profundo, al exhalar sentía que me encogía.

Luego volví a crecer cuando te vi sonreír con la mirada en el suelo. ¿Estabas sonriendo por mi? ¿Finalmente lo hiciste? Parecía haberlo logrado por segunda vez.

Habíamos llegado a la estación de tu destino, tomaste tu mochila y la colgaste en tu hombro izquierdo. Saliste caminando con una agujeta de la zapatilla desatada. Casi te llamo la atención por eso pero como era esperado, no pude.

Cruzaste el andén frente a la ventana que estaba frente a mi y me miraste.
Me sentí en las nubes. La chica más afortunada del planeta tierra.
Me regalaste una mirada, una mirada tuya.

Mis pestañas se mantuvieron separadas por un largo rato hasta que sonó la alarma que indicaba el cierre de puertas. Tu rostro se esfumó de mis pensamientos cuando noté que era mi estación y debía salir. Me levanté corriendo y por suerte alcancé a salir.

Jueves. | satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora