Jueves. | satzu

3.

El día siguiente llegaste otra vez, corriendo. Te sentaste frente a mi pero un asiento más a la derecha.
Viste tu zapatilla con las agujetas nuevamente desatadas y les hiciste un nudo.
Sonreí sin darme cuenta hasta que levantaste la cabeza y me miraste. Noté mi sonrisa y la escondí al instante cuando te vi mirarme.

Volviste a mirar al suelo, tu cabello negro cayó por tus hombros. Se veía brillante... te veías brillante.

Aún cabizbaja, te moviste de asiento quedando justo frente a mi.
¿Por qué lo hiciste? Sigo sin entender. ¿Qué pasa por tu mente? Me da curiosidad que estarás pensando de mi. Quizás piensas que estoy loca, quizás que sufro alguna clase de psicopatía. Probablemente ni siquiera te intereso. ¿Y de mi físico? ¿Piensas que soy bonita? ¿Seré capaz de llamar tu atención? Tu eres hermosa, preciosa. Quizás tus estándares van mucho más allá y nunca te fijarías en alguien como yo.
Soy una chica simple, mis cabellos casi nunca están de humor y juegan en mi contra, mis ojeras repletas de noches pensando en ti, mis labios están resecos a veces por más que intenté humectarlos. Jamás me tomarías en cuenta por mi físico.

Tu llamas la atención al instante mientras que yo soy invisible incluso en mi propia casa.

Tu hermosura y mi dicha contemplar. Espero que tu corazón algún día despierte y tengas más ánimo. Ojalá que cuando sea así, tu buen humor te permita hablarme ya que yo no soy capaz de hacerlo.

Había un silencio que invadía mis oídos pero lo interrumpiste con una tos a propósito. Te mire de nuevo y estabas con tus codos en las rodillas mirando a tu lado mientras jugabas con tu lengua.

Mi cabeza se ladeó por la confusión y el movimiento hizo que me prestaras atención. Nos mirábamos sin expresión, por bastantes segundos. Solo parpadeábamos tu y yo.
Esbozaste una hermosa sonrisa discreta mostrando un poco tus dientes mientras yo sufría un colapso por dentro.

¿Debía sonreírte de vuelta? Solo sonreí luego de pensarlo dos veces.

Tu pelo largo fue dirigido por tu mano a sujetarse detrás de tu oreja. ¿Eso es coqueteo? No tengo idea la verdad. Nunca había sentido algo por alguien al nivel de lo que siento por ti. Nunca había deseado tanto que me prestaran atención hasta que llegaste tú.

Casi te saltas tu parada por estar distraída y te viste muy tierna al saltar de tu asiento.

-Adiós- Saliste sin voltear, pero me hablaste. Eso ya era suficiente para que mis mejillas quedaran tibias y coloradas.