CAPITULO 1: Brise

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1 año y 5 meses más tarde...

San Diego era una ciudad alborotada la mayor parte del tiempo.

Pero en ese momento yo la sentía triste y apagada.

Estaba extrapolando como me sentía hacia la ciudad, la estaba haciendo deprimente en mi cabeza.

Igual que a todo y a todos. Borraba sus colores y los dejaba grises, aunque seguían lejos de llegar a mi oscuro negro.

Dejé de mirar por la ventana y volví a morder mi donut. Cada vez me sabían peor, debía de empezar a alimentarme mejor.

-Y esa cara de disgusto pequeña Red Label, ¿otra vez te ha escupido un cliente? - Brise empezó a carcajearse alto.

-Puaj cállate, estoy comiendo- fruncí mi nariz del asco. - Estoy harta de los donuts, ni siquiera se por qué los sigo trayendo para comer en el descanso, son horribles.

Aún así me iba a acabar este. Debía tener fuerzas para lo que quedaba de sábado.

-Eso es porque no sabes ni hacerte un sándwich, eres muy mala cocinando- Brise alborotó con la mano su cabello rojizo- al menos preparas buenos cócteles- se sentó en una silla vieja y roñosa que había en la sala.

Trabajábamos en uno de los peores bares de San Diego, era una zona bastante... mala. Pero sorpresivamente siempre llegaba mucha gente aquí, y las propinas eran buenas.

Si se tratase solo de tema dinero Brise y yo no tendríamos de qué quejarnos.

Pero la gente era muy... escandalosa. Sobre todo los fines de semana.

-Sabes hoy te veo un poco más animada y eso me alegra- una leve sonrisa escapó de mis labios- Oh no me lo creo! La pequeña y seria Label está sonriendo sin ir hasta el culo de alcohol. Espera, debo sacarte una foto.

Empezó sacar su móvil del bolsillo, yo volví a mi cara seria y de pocos amigos.

-Déjalo estar idiota- me terminé mi donut y me senté en la silla frente a él.- Hoy he dormido mejor, creo que es por eso.

El me miro fijamente a los ojos y sonrió. Alargó su pie un poco más hacia delante.

Sabía perfectamente que me estaba invitando a chocar mi pie con el suyo. Y eso hice.

Ese era nuestro pequeño contacto.

Nuestra forma de apoyarnos sin invadir mis miedos.

El lo respetaba, sabía como era y yo, que era muy buena escuchando sabía que el siempre tenía algo que contar.

-Vayamos al bar que ya termina la hora de descanso- me levante sin quitarle la mirada.

El me siguió mientras me contaba alguna anécdota extraña con la que no podría evitar reírme un poco.

Concí a Brise alrededor de un año atrás en una de las tantas reuniones de pacientes que hacía nuestra psicóloga.

El se comportaba conmigo igual que con todos, no me hablaba como si fuera un cristal al que hablar un tono más alto haría que se parta en pedazos. Incluso en una reunión me gritó porque no estaba de acuerdo con mi opinión.

Al principio le aborrecía, me parecía un verdadero grano en el culo, aún así siempre que se ponía a hablar como loco sin callarse ni unos segundos para respirar, yo le escuchaba atentamente.

El se daba cuenta de ello, y su forma de molestarme cuando era mi turno de intervenir, con el tiempo descubrí que era una muestra de afecto.

Mi primer amigo en... mucho tiempo.

-Pequeña Label hay que atender las mesas 3 y 5. Yo voy preparando los barriles de cervezas.

Yo asentí en su dirección y camine hacia las mesas.

En la numero 3 había dos hombres y dos mujeres. Vestían demasiado elegantes para venir a este bar de mala muerte.

No entiendo porque tanta gente venía aquí.

-Buenas, ¿qué desean tomar?- Saqué mi pequeña libreta para tomar notas y un boli.

Alce mi vista hacia el grupo de personas. Una chica de pelo negro fue la primera en hablar.

-A mi una cerveza.

-Que sean dos- contesto las chica castaña que estaba a su lado.

-Yo una cocacola- el típico que tiene que conducir de vuelta.

Iba apuntando cada cosa que me decían hasta que se hizo un silencio extraño cuando todavía faltaba una persona por pedir.

Levante mi vista de la libreta y el peli negro me observaba serio, incluso me entró un poco de miedo.

Carraspeé.

-¿Desea tomar algo señor?- necesitaba marchar de ahí cuanto antes me estaba agobiando.

-Bourbon solo.- lo dijo despacio, como si estuviese sintiendo el sabor del bourbon mencionándolo.

Asentí y prácticamente corrí a apuntar el pedido a la otra mesa.

Cuando llegué a la barra Brise ya había encendido las luces Neón y puesto música más alta.

Le pase las notas con los pedidos y mientras él servía cervezas yo me ocupaba del resto.

En varias ocasiones mi mirada viajaba al señor del bourbon de la mesa 3, en un momento de la ncohes incluso pensé que quizás lo había visto antes.

Aunque pronto lo tome como improbable e imposible.

Y así seguimos trabajando hasta que las farolas se apagaron y empezó a amanecer.

Un día más es un día menos.

LIMERENCIA [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora