Las brisas del mar

2.3K 201 300
                                    

Sus brazos se cruzaron por sobre la baranda pintada de un frío metal negro pálido, baranda en el que reposaba mayor parte de su cuerpo con la vista fija en el horizonte y con la cabeza seguramente en cualquier lugar menos en la cubierta de aquel barco o como mínimo en su lugar respectivo.

Estaba teniendo una especie de viaje ancestral.

Midoriya Izuku siquiera era capaz de pensar en algo en específico, su mente estaba ida, así era como se sentía desde que era joven.

Siempre había sido así, tenía el feo sentimiento de que algo le faltaba, nunca fue capaz de sentirse completo del todo, nunca.

En su pecho había un espacio vacío el cual nada ni nadie logro llenar, por eso mismo prefirió alejarse de su país natal, le dijo adiós a Japón después de zarpar.

¿Con qué motivo?

¿Qué intención tenía de huir?

Pudo haberse quedado en Japón con su madre y el nuevo compromiso de la misma, era lo más cercano a ser feliz y sentirse completo que tenía, pero algo dentro de él era infeliz, tal vez fue ese el motivo por el cual huyó.

Su despedida de Japón no fue la mejor, salvó por la última noche que pasó con su pareja, y por alguna razón se arrepentía de aquello. Aquella noche que se dió una semana antes de su embarcación.

Esa despedida no fue lo que él deseaba y no se sintió bien haberle entregado su sagrada virginidad a un idiota que terminó con él después de aquello.

Lo cual lo hizo sentir estúpido multiplicado por un millón.

Fue un imbécil realmente.

Se odiaba pero no a aquel sujeto al que creyó amar una vez, fue su culpa no de ese tipo del cual no deseaba recordar el nombre.

- Seguramente fue lo mejor - se autoconvenció de ello, y sonrió a pesar de no sentirse feliz, para nada estaba feliz

Pero, era su culpa ¿no?, debía hacerse cargo él mismo de sus errores.

Por más que doliera y seguramente ese dolor jamás lo abandonaría.

----

Se aliso la chaqueta de color negro mientras bufaba tras oír la invitación de la muy amable muchacha castaña que conoció en su corto paseo a la cubierta del barco en el que iba.

Rumbo a Estados Unidos si es que era necesario calmar la interrogante.

Ochako fue muy amable con él al haberlo invitado a la fiesta de la cuál era motivo principal de la mayoría de pasajeros en el crucero.

Pero Izuku tan solo quería pasársela descansando hasta pisar tierra firme, seguía sintiéndose para la mierda y nadie le quitaría ese pensamiento.

Y por más raro que sonase no extrañaba nada de Japón siquiera a su madre, sabía que su más querido familiar estaba en buenas manos con un hombre que la quería muchísimo. Su expareja parecía también estar feliz, sus amigos seguramente no notaron su ida así que no podía quejarse, no había nada que extrañará de Japón, nada.

Unos nudillos chocaron contra la puerta de su recamara oyendo segundos después la delicada voz de Uraraka.

- ¿Deku? - y si, ella lo llamaba así después de haber compartido una charla muy interesante en la cuál Uraraka mencionó que "Deku" sonaba como una bonita frase japonesa y así se quedó, ahora en lugar de Izuku sería tan solo Deku para la de ojos café

Pero no lo negaría, le gustaba como sonaba Deku.

- Ya voy, Uraraka - su amabilidad se hizo dueña de sus palabras sonando igual de adorable que siempre, así es como era el muchacho de rostro pecoso

𝙇𝙖𝙨 𝙗𝙧𝙞𝙨𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙢𝙖𝙧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora