GEMIDOS DE RATA

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Sentado frente al piano, imaginando una suave melodía recordando su hermoso rostro Es que me encontraba aquel día. En la oscuridad de un frío anochecer, en la soledad de un gran comedor, es lo que solía hacer en esos días, fumar algunos cigarros mientras meditaba en algún futuro no muy prometedor como lo era mi presente, también solía soñar con futuros luminosos pero no representaban más que sueños.

Ese día en particular mi meditación fue acompañada de una fuerte lluvia de invierno con un frío helado el cual ya era costumbre, mientras fumaba y soñaba despierto con alguna realidad imaginaria caía la lluvia sobre el tejado, sobre el patio y las calles de la ciudad.

Mientras me encontraba en eso fue cuando escuché un espantoso maullido, que tenía un sonar muy particularmente molesto, pues era nefastamente parecido al llanto de un bebe, fue esto lo que me decidió a ir tras la fuente de aquel espantoso sonar. Cuando llegue a la oscura bodega y encendí la luz pude percatarme de que era lo que sucedía, se trataba de mi pequeño gato Sade quien estaba algo mojado probablemente por salir al tejado y no tenía comida, lo sequé, le di comida y le dejé la puerta de la bodega entre abierta para que no saliera a mojarse más.

Después de esto decidí ir a comprar cigarros, debía bajar dos cuadras con la lluvia y la oscuridad, pero el cigarrillo siempre me acompaña, mientras caminaba pensaba en lo que era aquel presente en que vivía, no tenía muchos amigos, los que tenía eran viejos amigos de la infancia que no veía muy seguidamente, vivía solo en casa no tenía pareja muy probablemente por mis escasas habilidades emocionales, mi padre vivía lejos y no lo veía en años mi madre había fallecido unos años atrás heredándome una parte de la casa la otra parte fue heredada a mi hermano pero él me dejó vivir hay mientras le pagaba su parte pues el ya vivía con su pareja y su pequeño hijo, este fue un gesto que agradecí pues mucho tiempo estuve perdiendo mi tiempo en drogas, no fui un ejemplo para nadie y no tenía como sobrevivir, nunca tuve alma de delincuente por lo que no hubiese sobrevivido en las calles.

Llegué al local compre los cigarros y me devolví a la casa llegando al final de mis pensares, cuando llegué al portón me dí cuenta de que estaba junto y no cerrado como lo había dejado, esto me perturbó de entrada por lo que ingresé con cautela, llegué a la puerta y esta estaba cerrada como la había dejado, esto me tranquilizó pues supuse que quien intentó entrar a la casa se vio frustrado, mientras abría la puerta volvió a sonar ese horroroso maullido, pero esta vez se oían dos y con una intensidad mucho más poderosa.

Cuando entré, los lamentos eran demasiado fuertes y aún con ese espantoso parecido al llanto de un bebe, me acerqué a la cocina para llegar a la bodega y fue cuando un pernicioso olor, un nauseabundo olor golpeó mis sentidos, este es y será sin duda el olor más repulsivo y repelente que aya inspirado jamás en mi vida.

Tratando de aguantar las arcadas comencé a acercarme a la bodega, mientras los chillidos se agudizaban cada vez más, no podía soportar más esos espeluznantes chillidos y ese putrefacto olor.

Luego de un momento logré acercarme lo suficiente como para prender la luz de la bodega que estaba por fuera y la puerta estaba entre abierta, por fin podría ver que es lo que había allí y fue ahí cuando apareció Sade entre la puerta, los chillidos se calmaron, ¡Sade! Grité al ver que en el hocico tenía sangre, traté de tomarlo pero cuando lo iba a tomar este agarró un pequeño bulto negro, que al verlo mas de cerca era una horrible rata que aún se movía. De pronto comenzaron los chillidos pero esta vez eran muchos más y mas agudos y el olor seguía ahí dañando mis sentidos, junte valor y encendí la luz de la bodega, solo para darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, solo para ver esa horrible pesadilla.

Al encenderse la luz se dejó ver la nauseabunda escena, el suelo estaba lleno de ratas negras, peludas, infecciosas ratas, todas devorando un algo que yacía en el suelo, todas chillando y mordisqueando ese algo que allí yacía.

Tome la escoba y comencé a golpear a las ratas, estas se movían lentamente permitiéndome poco a poco ver lo que ahí había.

Poco a poco visualizaba, repentinamente vi algo parecido a un pequeño brazo que era mordisqueado por las ratas, vi una pequeña mano empuñada, y esto me volvió loco.

De pronto supe de lo que se trataba, no solo eran parecidos los gemidos, sino que todo el tiempo se trato de un verdadero bebé, al ver el cuerpo devorado por las ratas, totalmente frágil y expuesto a esa brutalidad.

¿Cómo iba yo a suponer algo así?

No se preocupe señor Echeverria, con esta medicina eso ya no será importante...

Usted no estaba ahí no me hable así, eran miles,

Miles de ratas... ratas por todas partes...

¿Y ese bebé de donde salió?

¡Sadee!.

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