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Alexandra empezó a examinar a su alrededor, las personas, los colores alegres, los vendedores, a decir verdad ellos llamaban mucho la atención, tal vez era porque Kaz y Alex iban completamente de negro y daban miedo o porque Rosaline no dejaba de hablar
—¿Me das dinero? — preguntó la menor
—¿Para qué?
—Quiero chocolates -—dijo ella, Alex negó, Rosaline resoplo y volteo a ver a Kaz —¿Kaz?
El chico volteo a verla con una ceja alzada, Rosaline le sonrió y parpadeo de manera adorable, Kaz soltó un suspiro antes de darle algunas monedas, ella sonrió emocionada y corrió a uno de los puestos en donde vendían chocolate, Alex volteo a verlo con una ceja alzada
—¿Qué?
—¿Qué? ¿Qué?, Kaz Brekker —bromeó ella—¿desde cuándo te dejas manipular por mi hermana?
—Ella no dejaría de hablar si no le dabas el dinero — dijo él, Alex negó con una pequeña sonrisa que no paso desapercibida para el
—¿Puedo preguntar algo?
Kaz volteo a verla.
—Lo harás de todas formas
—Mis sombras te vieron entrar a la casa de fieras—Alex hizo una pausa —¿qué diste como enganche para qué Inej pudiera venir?
Kaz suspiro sabiendo que la chica siempre estaba enterada de todo
—No te gustará la respuesta, Lexi
Alex dejó de caminar y hablo con voz sería
—Lo que sea que le hayas dado a esa bruja será mejor que no sea algo que pueda derrumbarte, Kaz
—No es nada importante
—Escucha Kaz —dijo ella viéndolo a los ojos —la vida es como un juego de ajedrez, mueve una ficha mal y puede costarte la victoria
—En el juego la reina siempre cuida del rey — dijo Kaz, Alex volteo a ver el cielo
—¿Qué hará el cuándo la reina necesite protección? — dijo ella
—Entonces el rey quemará todo el tablero por ella
Alex abrió la boca para contestar, pero se vio interrumpida por Rosaline que había encontrado el lugar en donde vendían las cabras
—Tiene una linda familia — dijo el hombre que los atendía a Kaz, Alex no pudo evitar pensar si se veían mayores de lo que eran
—Rosaline, florecilla, porque no eliges a la cabra —le dijo Alex a su hermana, ella sonrió emocionada y le señalo una cabra al hombre, cuando la abrazo soltó una exclamación
—¡Es tan suave!, tengo que ponerte un nombre
—¿Cuánto será? — preguntó Kaz, el hombre le dijo el precio y él le dio unas monedas, ambos se apresuraron a alcanzar a Rosaline que se encontraba hablando con la cabra
