Iba yo sin ninguna pretensión,
cuando algo me cautivó:
¡qué pelo tan sedoso,
qué mejillas tan rosadas,
y su sonrisa, cuán luminosa,
agradable y contagiosa!¡Acércate a ver! clama una voz
¡Alto! exclama firme la razón.Preguntarán ustedes:
¿Quién ganó?O, mejor dicho:
Pudo más la inspiración,
el impulso y la pasión.
O el fruncir de ceño,
el orgullo y el miedo.No sean ilusos.
Ojalá, pero no.Mas ahora recuerdo,
¡Qué infeliz era entonces!
y qué infeliz que sigo siendo.La naturaleza del ave es
echarse en brazos del viento,
Para dejarse llevar con sutileza.
Cuando le cortan las alas,
¡Qué tristeza!Mas, cuando es uno quien lo hace,
frío se vuelve el torso,
helado el corazón.
Y muerta toda alegría,
esperanza e ilusión.