01: Fortune.

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Emory.

 

Viernes, 17/05/19.

 

El espejo de cuerpo completo que tenía en una de las esquinas de mi habitación, me permitió detallarme de pies a cabeza y sonreí con una sensación de euforia en mi pecho al notar que aquel brillo que había perdido, nuevamente se encontraba iluminando mis ojos.

Los días que pasé sumergida en mi miseria por fin acabaron y ya era momento de continuar con mi vida. No pensaba seguir llorando ni tampoco me quedaría encerrada en mi departamento como lo hice las últimas tres semanas por culpa del infeliz de mi ex.

Yo no perdí nada, fue a mí a quien perdieron. Todos tenían razón al decírmelo y finalmente lo entendí.

Seguí observándome desde todos los ángulos y me satisfizo lo bien que se me veía el corto vestido satinado que me había puesto. Era de color negro con escote en mi espalda y contrastaba a la perfección con el tono pálido de mi piel. Mis labios iban de rojo sangre luciendo más carnosos de lo natural y volví a sonreír esa vez por pura vanidad.

Mi primo Spencer había vuelto al país después de estar fuera todo un mes por negocios y estaba esperándome en el club Fortune luego de avisarme de su llegada.

Ya casi eran las diez de la noche y tomé mi bolsa junto a mi móvil antes de salir de mi departamento y bajar en el elevador. La recepción se encontraba sola como las últimas noches, y decía sola porque Jasmine estaba más ocupada jugando con su teléfono que cumpliendo con su trabajo.

—¡Em! —chilló feliz cuando pasé frente a ella—. Mierda, voy a besar a quien sea que logró sacarte de tu habitación.

—Fue Spencer —le dije y su rostro se contrajo con asco, retractándose inmediatamente de lo que acababa de decir.

—Bien, solo le daré las gracias. —Fingió una arcada que pareció real y me reí—. Me alegra que finalmente hayas acabado con ese estúpido luto, odiaba verte llorar por un cabrón que no valía ni una lagrima tuya.

No, no lo valía y tardé exactamente dos años en darme cuenta. Justo desde que acepté iniciar una relación con él.

—Ya no habrá ni una más —le aseguré y ella sonrió con alivio. La pobre llevaba días tratando de convencerme para salir y distraerme un poco, pero siempre terminaba llorando junto a mí con la excusa de que verme llorar era contagioso.

—¿Tienes milanesas en tu departamento? —indagó de pronto y rodé los ojos negando con diversión por esa manía suya de cambiar de tema bruscamente.

—Dejé la puerta sin llave, Jas —respondí como una confirmación a su pregunta, sabiendo que de todas maneras invadiría mi sofá para ver sus series coreanas sin interrupciones de sus padres y me preparé para seguir mi camino—. Pórtate bien —pedí y ella asintió antes de lanzarme un beso con su mano.  

Jasmine Harris era mi extrovertida vecina de diecisiete años que en pocos meses cumpliría la mayoría de edad, sus padres vivían en el departamento frente al mío y la habían castigado un mes atrás por haberse fugado dos días con unas compañeras de clase, cosa que me sorprendió porque, aunque sabía que estaba un poco loca, no era tan irresponsable. Su castigo fue trabajar en la recepción durante el turno de la noche por dos meses utilizando el uniforme que ella tanto criticaba.

La brisa fría de la noche me erizó la piel haciendo que me abrazara a mí misma mientras esperaba un taxi y casi me arrepentí de no irme en mi propio auto. No lo haría porque Spencer me dijo que me traería a casa; o, mejor dicho, nuestra casa ya que compartíamos departamento.

Peligrosa Oscuridad [+18] || #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora