Célibes

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Célibes, sedientos de piel a medianoche, casi brujos moviéndose entre conjuros y maleficios. Célibes de oficio, nos hemos vuelto encarnación de una caricia, resucitando al hereje prohibido entre el roce y el deseo. Célibes a dos pasos, guardando la tentación para un momento del que se huye de punta a otra de la habitación. Dejando que se desmorone el techo, sólo sería cuarto con nosotros dentro, inhibiendo cada espacio de por medio. Somos célibes de la distancia, si ya nos hemos hecho el amor en el alma, poco importaría el cuerpo.

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