Capítulo catorce.

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Harry y Louis caminaron directo para la casa del rizado luego de una tormentosa mañana en la escuela. Había sido el peor día que Harry había tenido. No sólo había reprobado dos exámenes importantes, sino también que Jonas estaba más irritante que antes. La patada de Sidney no había bastado para cerrar su boca, al parecer.

Tenía un ojo moretoneado y el pómulo izquierdo hinchado con un corte. Alrededor de este ya se teñía de un color amarillento y violáceo.
Pegarle en el baño junto con sus amigos era de cobardes, pero aún así lo habían hecho y Niall en un intento de defenderlo, terminó con la nariz rota.
Él tampoco se había quedado en silencio, esperando a que lo destrozaran. Pero vamos, ¿qué posibilidades tenía de ganar si era uno contra cuatro deportistas?

Caminaba cojeando levemente y se esforzaba para que Louis no supiera que algo andaba mal, pero tenía una especie de don. Deducía la verdad de manera muy rápido, tanto que a veces llegaba a ser espeluznante.

—¿Todo bien? —preguntó, entrelazando su brazo con el de Harry para cruzar la calle.

—Todo bien, cariño.

—Te he dicho que dejes de llamarme así —se quejó. La otra vez, sin querer Harry le había dicho "cariño", solo por una confusión. Pero terminó siendo tan gracioso, tierno y vergonzoso que decidió quedarse con el apodo. Aunque a Louis seguía avergonzándolo.

—Discúlpame, cariño.

—No seas tan infantil.

Cruzaron la calle en silencio y doblaron en una esquina. El contacto de sus brazos los ponía nerviosos.

Louis ya lo tenía más que claro aunque no quisiese pensar mucho en el tema. Se había enamorado de Harry. Simple. La información le llegó de un segundo para otro y desde ese momento no pudo quitarla de su cabeza. Le gustaba Harry, y lo admitía, pero no podía enfocarse mucho en ello. No podía decírselo, porque entender los sentimientos de las demás personas era básicamente imposible, más cuando no podía leer las expresiones de sus rostros.

Pero es que le gustaba todo de él. Su manera de hablar, tan calculada y profunda. Sus abrazos, los besos en la mejilla, sus dedos acariciando su pelo. Cómo lo tomaba delicadamente cada que salían a caminar, era un mínimo detalle que le encantaba de él, porque demostraba que quería protegerlo. Le gustaba la forma en la que leía, una voz de la que jamás se cansaría.
Físicamente no sabía como era, nunca le había preguntado por vergüenza, pero el hecho de que fuese su amigo cuándo ya no tenía a nadie en quién confiar había bastado para que cayera totalmente rendido a él.

Y es por eso que insistía tanto en estar siempre con él. Se sentía seguro allí, sabiendo que estaba a su lado en cualquier momento, sacándole risas y sonrisas, siendo su pilar para que Louis no terminara derrumbándose. Mierda. Inconscientemente lo había salvado de una posible caída a una fuerte depresión.

—Harry...

—¿Mh?

Ni siquiera sabía por qué lo había llamado. Estaba absorto en sus pensamientos, tanto así que había olvidado hacia dónde se dirigían.

—No es nada. Lo siento.

—Dime —insistió.

—Pensaba en otras cosas —apretó el agarre entre sus brazos e intentó cambiar de tema lo más rápido posible—. ¿Ya llegamos?

—Casi. Dos cuadras, nada más.

—¡Me duelen los pies! —se quejó, mintiendo. Pero se sorprendió cuando sintió a un cuerpo colocarse súbitamente frente a él—. ¿Harry?

—Sube a mi espalda. Te llevo.

—Noo. Era una broma, en serio.

—Que subas —insistió—. Son solo dos cuadras.

Mi adorable lector - [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora