Cuarto pucherito ✓

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El pánico invadía cada milímetro el pálido cuerpo de Mark, hacia menos de dos minutos su bebé había estado justo frente a sus ojos y ahora, nada

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El pánico invadía cada milímetro el pálido cuerpo de Mark, hacia menos de dos minutos su bebé había estado justo frente a sus ojos y ahora, nada. 

Después de salir del supermercado a Mark le pareció excelente idea ir a comer en algún lugar de comida rápida, a su bebé le gustaba estirar el queso de las pizzas así que una pizzeria fue su mejor opción. Todo estaba normal llegaron y pidió su orden, el lugar era amplio, la temperatura era cálida y contaba con un área especial de juegos para niños. 

Mark había sentado al pequeño Chenle en una de las sillas especiales para bebés, había ido a cambiar su bebida y cuando regreso a su mesa el bebé regordete ya no estaba. 

La desesperación y el pánico se apoderaron de él quien corrió hasta la puerta principal casi gritándole al guardia si no había visto salir a alguien con su bebé, por supuesto que le había enseñado una foto también y su adorable ángel no dejaba que nadie aparte de sus padres y sus tíos lo tomarán en brazos, cada que un extraño se acercaba Chenle  lloraba y lanzaba mordidas al aire con sus pequeños dos dientes. 

Había recorrido el local preguntando por su bebé, incluso a los que estaban recibiendo las órdenes pero nada, nadie lo había visto. Su pecho se oprimía de solo pensar en que algo malo le podría haber pasado, y estaba a punto de romper en llanto pero el sonido de su teléfono lo desconcertó, y sin detenerse a ver quien llamaba contestó. 

–Hola cielo ¿Qué tal va todo? 

La voz de Hyuck al otro lado de la línea lo hizo tensarse. ¿Cómo le diría a su Hyuckie que había perdido al bebé? 

–¿Makku?

–Hola cariño –la voz de Mark salio sin ánimos– ¿Qué pasa? 

–Sólo quería saber como va todo ¿Lele te esta dando problemas? Te noto raro. 

–D-Donghyuck, Lele –su voz se estaba quebrando. 

–¿Mark? ¿Qué pasa con mi bebé? –el tono preocupado se dejó escuchar claramente. 

Mark estaba a punto de decirle a Donghyuck que había perdido a su hijo, cuando un par de zapatitos con dibujos de kumamon inconfundibles se dejaron ver en un juego en el área para niños, ni siquiera lo pensó y salió corriendo en dirección al pozo de pelotas para llegar del lado en el que se encontraba la dichosa casa de plástico. 

–Mark ¡¿Qué sucede con mi hijo?! –el grito de Donghyuck a través de la línea hizo recordar a Mark que no había colgado la llamada. 

–Mi amor no te preocupes, Chenle esta bien, esta jugando. 

Mark se adentro en el pozo de pelotas en el que estaban jugando los niños, las miradas curiosas no se hicieron esperar pero no podrían importarle menos él iría por su bebé quien por suerte seguía en el mismo lugar, cuando Mark  estuvo más cerca de Chenle  pudo notar el porqué no salía corriendo. Su hijo, su pequeño pedazo de cielo y el fruto de su amor con Donghyuck estaba atascado en un pequeño orificio que simulaba ser la ventana de la casa plástica, su pancita de bebé regordete no le permitía salir ni regresar por la ventana. 

¡Su bebé estaba atorado porque era demasiado rellenito para pasar por esa diminuta ventana! 

–¡Señor no puede estar ahí, es un área para niños! 

–¡Mi bebé está atorado ahí! 

–¡Mark Lee! ¡Explícame ahora mismo! ¿¡como es que mi bebé está atorado!? -Donghyuck estaba furioso, su tono de voz lo decía todo. 

–Escucha lindo, Lele está bien yo estoy bien, ambos te amamos nos vemos en casa, suerte. 

Sin esperar la respuesta por parte de Donghyuck, Mark terminó la llamada y corrió lo que le faltaba hasta llegar con su bebé, el cual le miraba con una enorme sonrisa a pesar de que no se podía mover mucho. 

El empleado que le había dicho a Mark  que saliera del pozo de pelotas, se acercó hasta él y al ver la situación no dudo en ayudarlo, sin embargo nada parecía funcionar y el bebé se retorcía entre risitas por las cosquillas que le causaban. 

Estuvieron alrededor de media hora tratando de sacar a Chenle de aquel juego, sin ningún éxito incluso un empleado más se había sumado para ayudar pero nada funcionó y no tuvieron más opción que llamar al gerente para que pudieran desmantelar la pequeña casa y de esa forma liberar a su hijo. 

Al final ni siquiera habían comido en el lugar, Mark había tenido que pagar por la casa de juguete que ya no se podía volver a armar y por supuesto las incontables llamadas perdidas que tenia de Donghyuck le pasarían factura más tarde. 

Probablemente no serviría de nada la caja de preservativos que había comprado.

–Chenle hijo mío, creo que tienes sobrepeso. 

El niño ni siquiera se molesto en responder con sus típicos balbuceos, iba en su sillita de bebés, muy ocupado chupando una paleta de leche.

El niño ni siquiera se molesto en responder con sus típicos balbuceos, iba en su sillita de bebés, muy ocupado chupando una paleta de leche

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Un día con papá ➜ Markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora