Septimo pucherito ✓

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Mark había puesto a trabajar la lavadora, en ningún momento despego a su pequeño bebé de él, ya había tenido una larga lista de travesuras y el día ni siquiera había terminado

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Mark había puesto a trabajar la lavadora, en ningún momento despego a su pequeño bebé de él, ya había tenido una larga lista de travesuras y el día ni siquiera había terminado.

El sonido de la televisión reproduciendo dibujos animados se escuchaba por toda la sala principal, después de limpiar el desorden de su pequeño hijo, Mark había encendido la TV y había sentado a su ángel a su lado en uno de los sofás limpios, el pelinegro mayor busco dibujos infantiles en su programación, le dio a su bebé el viejo delfín de peluche y el busco pegamento y pinzas para arreglar el cisne de porcelana que había roto Chenle.

Todo parecía en orden hasta que Mark vio al muñeco de peluche ser arrastrado de la cola con dirección a la cocina.

Chenle se había bajado del mueble y su objetivo era el refrigerador en la cocina.

En el momento en que los ojos de Mark lo captaron, se levantó del suelo y fue en busca de su adorable hijo.

Cuando entró a la cocina, no parecía haber nada raro, su bebé ni siquiera estaba ahí, miró alrededor y todo estaba en orden.

¿No se suponía que su angelito había ido a la cocina?

Se pasó las manos por el rostro y regreso a la sala, paseando su vista por todo el lugar, no, su hijo ya no estaba sobre el sofá. Se encaminó hasta la recamara y aunque estaba cerrada y Lele no alcanzaba el pomo de la puerta, se decidió a entrar.

Busco en el armario, debajo de la cama, en el baño privado que tenía la habitación, nada no había rastro del bebé regordete.

La desesperación de nuevo se estaba apoderando de Mark, a pasos apresurados camino hasta el baño que estaba en el pasillo y lo reviso, con el miedo recorriendo su sistema, abrió la puerta de la habitación que pertenecía a Chenle pero tampoco había nada ahí, la habitación estaba justo como él la había dejado.

Sintiendo la preocupación a flor de piel volvió a la sala, pero se dirigió a la puerta de entrada y para su desgracia estaba abierta, su corazón se aceleró y de inmediato abrió la puerta para salir al pasillo de su departamento, giro la cabeza viendo a ambos lados, con la esperanza de captar alguna señal de su bebé, pero no consiguió éxito alguno.

Estaba por salir del departamento, cuando un par de manitas adorables se colocaron sobre sus piernas y un Lele lleno de curiosidad asomó su cabecita entre las piernas de Mark.

La mirada del pelinegro mayor inmediatamente bajo hasta ver a su hijo cruzar entre sus piernas y salir al pasillo, Mark suspiro llevándose una mano al pecho y enfoco la vista sobre Chenle, pero de nuevo sintió que el aire se iba de sus pulmones al ver el estado en el que se encontraba su bebé.

Mojado desde la cabeza hasta los pies de lo que parecía ser leche, con las mejillas llenas de papilla sabor manzana, y las manitos con migajas de pastel, sin contar que su pequeña nariz de botón tenía rastros de crema dulce.

Algo no cuadraba.

Tomó en brazos a su ángel y cerró la puerta con llave, camino con él hasta la cocina y lo que encontró le hizo querer llorar.

La puerta del refrigerador estaba totalmente abierta, las papillas de manzana regadas y con rastros de haber sido mordisqueadas, la leche que anteriormente había abierto, estaba regada sobre la comida y el suelo de la cocina, el pequeño pedazo de pastel que habían comprado ya ni siquiera tenía forma de pastel, más bien se parecía a una masa de chocolate, el frasco de mermelada estaba en suelo con la tapa abierta y por supuesto el señor delfín empapado de leche y chocolate, estaba guardado en el empaque de las fresas.

Sólo había una explicación para semejante ataque y ese era Lee Chenle.

El bebé se había metido al refrigerador, había abierto y mordido todo lo que estuvo a su alcance y destrozado otra parte.

Mark miró fijamente a su hijo que estaba en sus brazos, y el pequeño bebé regordete le sonrió y dejó un sonoro besito en la mejilla de su papá, manchándolo con restos de pastel en el proceso, para después esconder su carita en el cuello de su frustrado padre.

-Chenle, Lele hijo mío. ¿Qué voy a hacer contigo?

Y de nuevo, Mark tendría más trabajo del que imagino.

Y de nuevo, Mark tendría más trabajo del que imagino

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Un día con papá ➜ Markhyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora