38-. Volcan

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Apenas cruce la puerta y el sentimiento de culpa por no contestarle a Fargan apareció, haciéndome sentir el peor ser humano del universo.

El solo me quiere cuidar y yo no soy capaz de contestarle ¿En que me estoy convirtiendo?

Empece a caminar por el iluminado camino que hice al partir en dos la montaña que está enfrente de mi casa, la suave brisa sopla en mis manos a la vez que un cálido roce toca mi cara.

Me dejé llevar por las sensaciones que no medi mis pasos, dándome cuenta que un paso más y no habría sentido más. Mire abajo, viendo el final abajo de mis pies.

¿Así es como se siente?

Con el pensamiento de querer dar un paso más di uno para atrás, sin dinero consciente de la gravedad de mi pensar.

No, no, no.

...

Mi cuerpo dice que no, pero mi mente ruega por el si y en vez de seguir retrocediendo, me senté en su lugar viendo a mi izquierda el árbol de cerezos en un intento de olvidar y pensar en otra cosa.

¿Que está pasando con migo? ¿En qué momento perdí la realidad?

Trague saliva sintiendo aquello como algo real, pero ¿Acaso eso es real?

Todo lo que paso en el coche se sintió tan real, tan real como ahora que estoy sentado en el pasto.

¿Como sé que es real y que no, si todo se ve igual?

¿Con qué cuidado hablaré si lo que veo no es real? Y aunque sepa que no es real ¿Cual es la realidad?

El viendo deja de ser cálido y en su lugar empieza a ser frío, tomando poder en mi manos y pies.

Debi haberme llevado algo, soy un idiota al no llevarme nada y hacer mi actuación de perdido.

Lleve mis manos a mis brazos y empece a frotar en un triste intento de tener calor.

Me quedé un rato así y el frío empezó hacerme temblar, decidiendo que ya es momento de marchar.

-Eres un cabezota.

¿Eh?

Mire atrás mío y ahí está el, como si de un héroe se tratase.

Me di un pellizco en el brazo, la coincidencia podría ser ficticia. Pero no, se sintió real y creo que es real.

Fargan viene con una manta en la mano, quien al estar más cerca de mi me cubre con ella, sentándose a un lado mío y sin pedir permiso toma mis manos frías, llevandolas al bolsillo de su suéter.

-¿Quieres volver a resfriarte? ¿Acaso no te gusta tu trabajo?...Siempre te estás enfermando.

Mis manos empiezan a sentir el calor de las manos de Fargan, quien no solo las mantiene en el bolsillo del suerte, si no que las guarda entre sus palmas para generar calor. Más sin embargo no es el único lugar donde sintiendo calor.

Me enfermó rápido.

-Necesitas que alguien te cuide, sales de casa sin chamarra y descalzo ¿Como no te vas a enfermar?

Fargan soltó una mano de las suyas para depsues sacarla de su bolsillo y llevarla a mi frente.

-No quiero que te enfermes...¿Quieres...que entremos a la casa?

Perdido [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora