Amor, esa es una palabra que para Tsukishima no tenía significado o forma de representarlos.
Para muchos era lo que sentían cuando estaban junto a sus padres, para otros, cuando se daban pequeñas caricias con sus amantes.
Incluso había quienes decían sentir amor cuando estaban con sus mascotas, el amor era incierto.
Pero para Kei el amor era ver a aquel molesto pelinegro hablar, comer, dormir o jugar, realmente sentía que amaba cuando lo veía.
Cuando lo besaba llegaba a él todo ese enigmático sentimiento.
Para él eran incluso molestas esas mariposas que sentía en el estómago cuando le sonreía.
A pesar de llevar meses saliendo Kei jamás le había dicho un solo te amo, y es que no tenía sentido decirle a Kuroo aquello si de por sí no comprendía el amor.
Kuroo estaba bien con eso, conocía a la perfección al rubio y entendía que había cosas que el Tsukishima simplemente no comprendía. El menor era alguien más de demostrarle su amor con acciones.
Cada día con Kei era una aventura para el pelinegro, nunca se sabe con qué podría salir Kei, un día era la persona más romántica y al siguiente no quería ver a Kuroo ni en pintura. Al mayor le divertían todas esas cosas, lo amaba.
—Kuroo— Inició el rubio, continúo después de que Tetsurou volteara su mirada de su celular— No entiendo la palabra, en lo más mínimo, pero creo que te la puedo decir.
—¿Cuál es, bebé?— Él ya sabía la respuesta, era la única palabra que Tsukishima nunca decía.
—Te amo— Su cuerpo se volteó justo al lado contrario de Kuroo, su rostro sonrojado.
El ex capitán de nekoma no hizo otra cosa más que sonreír y abrazar a su tierno novio por la espalda, dejando un beso en su hombro.
—Yo también, Kei— Cerró sus ojos y descansó su cabeza en la espalda ajena. Llevaba meses no, años anhelando escuchar eso de parte de Tsukishima, pero sabía que debía esperarlo, entender lo difícil que era para él decirlo.
Con esta prueba, Tsukishima supo que él por fin consiguió experimentar una forma de amor que nadie en su familia podría darle. Realmente amaba a Kuroo.
Giró su cuerpo para observar a su mayor, sus mejillas aún estaban sonrojadas, pero cualquier vergüenza podría esperar, el quería besar al contrario.
Y así, después de mirarse por unos segundos decidieron acortar la distancia dándose un suave y tierno beso, demostrando sus sentimientos.
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