Capítulo 16

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Cuando anocheció y volvimos al departamento me metí en la bañera cuando Peter me llamó, rozó sus labios sobre mi cuello y se me erizó la piel, tan distinto a su hermano, tan placentero para mi. Besó mi cuello y me relajé, recién ahí volteé mi cara y lo besé con hambre, necesidad, había confesado hace una hora lo que no quería decir, hasta en mis más terribles sueños no se me escapaba confesar algo así, el haberlo aceptado algo así frente a mi enemigo.
Ya no hubo vuelta atrás, él me llenó la cara de besos y me dejé querer, porque Peter sí me quería, y eso sí se sentía.
Mordisqueé su boca, él me sonrió, luego se puso a lavarme el pelo, hice lo mismo y mis ojos se achinaron al sonreírle.
Otra vez terminamos en la cama, ésta vez me permití muchas cosas, sobre todo lo que antes no. Entrelacé mis dedos con los suyos y fui quién realmente quería ser, esa chica que está conociendo simplemente a un chico.
Él se quedó acariciándome la cara maravillado, besó mi nariz y le sonreí algo tonta.
-Estas.. ¿Estas más suelta puede ser?-elevó sus cejas alegre.
Haber aceptado lo que me estaba pasado me había aliviado por así decirlo, ya no estaba ese sentimiento y pensamiento solamente en mi cabeza, ahora lo compartía con alguien más.
Peter besó mi mejilla suavemente cuando a mi me agarró sueño, apagó las luces y me quedé con una sensación de alegría inmensa, con una sonrisa que después se me borro, ¿acaso la vida podría, mi vida podría ser así? Sí, si tan solo Peter Lanzani no fuera quién realmente es.
Suspiré enojada con todo y me relajé algo solo cuando sentí que Peter me abrazó, todo estaba completamente mal, desde lo otro hasta esto.

Una semana después me llegaron mensajes de Miguel, él me había contado que había vuelto a España por una urgencia de trabajo, otra vez me citó, a un lugar en el cual estaríamos solos, otra vez me ausenté un día de semana por la noche.
Estábamos en un barco de puerto madero, al parecer era de Miguel, él lo manejó hasta estar lejos.
-¿Te dije que estas linda hoy?-elevó sus cejas, que cliché por Dios.
Negué con la cabeza y suspiré fastidiada, agradecí cuando se acercó con una copa de vino.
-Salud-choqué mi copa con la suya.
Cenamos hablando de nosotros, le conté un poco de mi, él siguió contándome sobre su vida, era un gran egocéntrico, todo era yo, yo y yo.
Cuando Miguel volvió a dejar el barco donde estaba anclado antes, vi a una multitud de gente, todo lleno de periodistas, paparazzis, también personas que pasaban y se asomaban a mirar que pasaba.
Entré en pánico, Miguel trató de calmar a la prensa, yo bajé del barco a penas pude y me fui corriendo, me abrí paso entre la gente, no podía volver a lo de Peter, no podía.
En un estado de nervios al llegar a la puerta de mi edificio me puse a llorar, traté de regularizar mi respiración, entré sintiéndome mal.
Subí al ascensor y al llegar a mi piso me metí en mi cama, miles de voces internas empezaron a hablarme, tomé algo para poder dormir.

Al despertar fue porque el timbre no paraba de sonar, bajé en pijama y pantuflas, entonces lo vi, Peter Lanzani tenía sus ojitos brillosos, ¿acaso había estado llorando?
-Hola-me saludó cortante.
-Hola-le respondí y la voz me traicionó, se me quebró.
-¿Así que saliste con mi hermano, eh?-elevó sus cejas, estaba molesto pero también decaído- entonces la vez pasada me mentiste... Yo... Yo creí que enserio me querías, ¡me arriesgué Lali! Después de mucho tiempo me arriesgué a sentir... Y.. ¿Porque me mentiste?-en ese momento, cuando me preguntó eso su voz se quebró.
Siempre pensé en este momento, este día, pero la verdad es que no estaba lista.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, me sentí mal, me sentí una mierda, pero traté de pensar que él había sido más mierda que yo aún.
-¿Porque Lali?-volvió a repetir, empecé a marearme. No estaba preparado para responder eso.
Peter me agarró del brazo para que lo mirara nuevamente a la cara.
-La historia se repite.. Pero esta vez prefiero perder limpiamente, se feliz saliendo con Miguel-Peter soltó esas últimas palabras y se fue.
Subí al ascensor sin poder dejar de llorar, cerré la puerta de mi departamento y me senté porque estaba muy mareada.
No pude, no pude decir mi verdad, porque había hecho lo que había hecho, dejé que piense lo que primero se le vaya a venir a la cabeza en vez de hablar, en vez de decir toda la verdad, mi verdad, la de mi papá, deje ir la oportunidad.

En la semana fui a quedarme unos días a la casa de mi amiga Candela.
-Lali-ella me abrazó cuando apenas abrió la puerta, no quise soltarla.
Caminamos hasta su jardín y me senté a su lado.
Ella levantó mi cara con su mano porque estaba decaída.
-Te enamoraste boluda-me lo dijo en la cara nada más.
No pude más, me largué a llorar como hace tiempo no lo hacía, mi amiga no me soltó en mi en ningún momento, cuando me aparté fue porque me mareé.
-Hace días todo me da vueltas-hice la seña con los dedos-¿me traes agua?
Candela asintió y fue por un vaso.
Cuando vino la bebí y suspiré.
-¿Mejor La?-quiso saber, fui sincera y negué con la cabeza.
-A ver... Lloraste mucho, tenes que relajarte un poco, podemos ver una película..-empezó a enumerar planes pero mi cabeza estaba en otro lado-¿me estas escuchando?
Me puse de pie y corrí al baño, salí varios minutos después.
-Lali amor pareces un fantasma-Candela se preocupó- estas rara, tengo sospechas pero no quiero equivocarme, vamos a un médico
No quise seguir pensando, me subí al auto de mi amiga y ella manejó.
-¿Queres que te espere?-me preguntó nerviosa.
-Sí, ¿puede ser?-se lo pedí, ella asintió con la cabeza.
Me hicieron varios estudios y después me vieron en la guardia, no tenía nada del otro mundo.
-Mariana-me llamó una doctora y me acerqué rápidamente-a ver, vamos a verte de nuevo, mientras tanto podes ver los resultados, ya los vi pero no es nada del otro mundo, felicidades
¿Qué?
Miré el papel y sentí como las piernas se me aflojaban.
-Vení-me llamó la doctora- vamos a otra área
Salí del consultorio y Candela me miró expectante.
-Tengo que ir a otro lado antes..-solo alcancé a decir eso.
Seguí a la profesional y cuando vi todo el escenario me puse a llorar.
-Ey, no pasa nada-la médica esbozó una pequeña sonrisa- vas a estar bien mamita
Sus palabras me explotaron en la cara.
Se puso a revisarlo, a revisar a mi bebé.
-Felicidades nuevamente, estas embarazada de cinco semanas
Escuchar esas palabras me dejaron helada, estática.
¡¿Qué?!
Entonces lo escuché, escuché un sonido que nunca había oído en mi vida, el latido de mi bebé, bebé que vino a poner mi mundo de cabeza. No era esperado, nunca lo soñé, pero desde que lo escuché no me sentí tan mal, no estaba más sola, estaba acompañada. Estaba acompañada por mi bebé y el de Peter Lanzani.

En mi esenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora